CAMBOYA.- En el caótico tráfico de Siem Reap, una de las principales ciudades de Camboya, las mujeres que conducen los «tuk tuk», un triciclo que sirve de taxi en muchos países del sudeste asiático, han conseguido algo inimaginable hace algunos años para este país marcado por el sistema patriarcal: lograr el respeto de los hombres y hacerse un hueco en el mercado, a pesar de la discriminación.
«Ahora nos respetan», afirma Roeung Sorphy, una mujer camboyana de 37 años, que tomó el volante hace tres años, después de pedir prestados al banco 3,000 dólares para comprarse un «tuk tuk».
Pero en sus inicios, esta taxista, madre de tres hijos, encontró en su camino obstáculos más grandes que los vehículos sobrecargados y los perros callejeros, ya que tuvo que hacer frente a los desafíos de un país machista.
«Al principio me miraban desde arriba (…) Decían que las mujeres debían quedarse en casa y lavar los platos», explicó en una entrevista con la agencia AFP.
«Pero perseveramos y hoy dejaron de discriminarnos. Piensan que somos iguales a ellos», continúa la mujer cuyo marido también conduce un «tuk tuk».