Muchas familias que residen en la calle Proyecto del sector Ginandiana todavía no se reponen, dos semanas después de las inundaciones que provocaron el desborde del río Seibo, arrastrando más de un centenar de viviendas de tres sectores de esta ciudad.
El drama aún es evidente, pese a que ha llegado ropa usada y comida cocinada de los Comedores Económicos, en medio de un ambiente de incertidumbre, en el que la gente duerme a la intemperie. Ancianos yacen en hamacas cerca del lodo, pese a las muchas gestiones de pedidos y los reclamos de ayudas para los damnificados de El Seibo.
Un recorrido de periodistas de LISTÍN DIARIO por el lugar, levanta las fibras humanas más sensibles, al ver la esperanza de los lugareños de que al anotar sus nombres, le lleguen ayudas y atenciones, de la que han visto camiones con colchones y raciones, varias esquinas antes de llegar a sus casas.
Leo Francis, un comunitario nacido de una de las iglesias del sector, considera inaceptable que no fluya la ayuda 15 días después del paso del fenómeno, cuando todo el mundo sabe lo ocurrido aquí. Cita el caso de Cristino Mercedes (Pijai), quien duerme en condiciones infrahumanas en el solar que quedó de la número 10 y, sin embargo, ese no es el único caso.
Las ayudas
Félix Fulgencio, quien también reside en el lugar, citó el caso de Sandra Calderón y el sargento policial Nieves, quienes perdieron su vivienda, por lo que solicitaron que las ayudas se entreguen casa por casa, porque llegan personas de otros barrios a esperarlas. “Deben atender las personas de la parte atrás”.
Kingo, que perdió su casa con todos sus ajuares, tenía un taller de electrónica, del que solo quedan algunos cascarones. Residía con su esposa y siete hijos “quienes están pasando las de Caín”, dijo Fulgencio.
“No me han dado nada. Han venido a anotar, pero no me ha llegado nada. La gente de la parte atrás, no las toman en cuenta, pese a que hay muchos damnificados. Allí, muchos no han recibido camas, ni colchones, tampoco enseres eléctricos”, se quejó. A la desgracia de Ginandiana se agrega la de Villa Nene y Capotillo, donde hizo estragos el agua de las inundaciones que atrajo el huracán María.
Pese a que reconocen gestiones, no vislumbran la reparación de sus viviendas y mucho menos su reubicación, en medio de un futuro incierto, con ropas y objetos personales en las afueras, que se les mojan. Lamentan el reparto irregular de raciones a la gente que quedó sin nada tras las inundaciones.