A pesar de la puesta en marcha del “Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Mortalidad Materna e Infantil 2012-2016”, los indicadores de mortalidad materna al primer semestre del año 2013 resultan desalentadores, como muestra mapa del Observatorio.
La mortalidad materna está asociada a la mala calidad de los servicios, la baja capacidad resolutiva del personal médico que con frecuencia tiene que hacer frente a las urgencias obstétricas (pasantes y residentes), la falta de insumos, la impunidad frente a las malas prácticas y negligencias, la falta de adecuados sistemas de referencias y las condiciones de higiene (hospitales pocilga, según Danilo Medina).
A los anteriores, se unen otros factores como la pobreza, el aborto en condiciones de riesgo, la maternidad a muy temprana edad, la falta de información y conocimientos que tienen las mujeres sobre su salud sexual y salud reproductiva, y la falta de un efectivo trabajo veeduría ciudadana en salud.
La mayoría de muertes maternas son evitables, un hecho que debiera llamar la atención de las autoridades. Sin embargo, la respuesta no pasa de discursos, planes y poses, mientras para las mujeres, sobre todo las más pobres, cada embarazo constituye un riesgo alto de muerte y/o morbilidad.