En su carrera de 16 campañas, mientras Vladimir Guerrero colocaba en el campo estadísticas digna de un Salón de la Fama, sus hermanos, en el propio terreno y mayormente en las graderías aplaudían, disfrutaban y vitoreaban sus actuaciones, en ocasiones hasta ver erizar su piel.
Dado los brillantes registros con los que se despedía en cada estación, los cuales se producían con una frecuencia extraordinaria y en momentos en que el nativo de esta comunidad acumulaba números de inmortales, asimismo los gratos recuerdos y las vivencias se posaban en los corazones de sus parientes más cercanos.
La familia completa espera con ansias el virtual anuncio que se producirá el próximo miércoles 24, hecho que de seguro estremecerá sus venas y de inmediato formará parte de ese capítulo dorado que con Vladimir a la vanguardia tiene a los Guerreros como hijos distinguidos de esta demarcación.
Una carrera de éxitos que para Guerrero comenzó con su firma, el primero de marzo de 1993 y que tuvo al 19 de septiembre de 1996 como su arranque definitivo en el terreno tras su debut en Grandes Ligas, son muchos los momentos memorables disfrutados por sus seres más queridos, como su madre y hermanos.
Algunas vivencias
Ellos, y en una visita realizada por Listín Diario este jueves contaron a redactores de este rotativo algunas de las vivencias que nunca olvidarán durante los más de tres lustros que estuvieron de estadio en estadio brindándole ese respaldo moral y familiar a su distinguido miembro.
“Recuerdo un partido en Montreal, me encontraba en el estadio y salí a comprar unas alitas de pollo en las afueras del mismo, ese día Vlady se encontraba a la víspera de batear para el ciclo por primera vez en su carrera y no quería perderme ese gran momento”, expresó Eliezer, ex jugador y su hermano mayor.
“Salí luego del tercer imparable, me dio tiempo para comer, retornar a mi asiento y presenciar un cuadrangular por el prado derecho conectado por mi hermano para alcanzar esa proeza”, señala el ex jardinero de los Dodgers sobre el logro acaecido 14 de septiembre del 2003 frente a los Mets, del gran baluarte de la familia.
Julio, el hermano menor de Vladimir aún ve engrifar sus pelos cuando recuerda aquellos momentos históricos del 2004 cuando sentado en las graderías en el Angel Stadium, de Anaheim escuchaba a los fanáticos gritando MVP, MVP, MVP cada vez que su hermano agotaba un turno al bate.
“Imagínate, yo sentado en el parque alrededor de tantas personas de Estados Unidos, entre jóvenes y viejos, pocos de mi raza y escuchando esos gritos hacia mi hermano, mi sangre”, memoriza Julio sobre ese año que Vlady bateó para .337 (612-206) 39 dobletes, igual cantidad de jonrones, 126 remolcadas y 124 anotadas, registros que le merecieron conquistar el premio de Más Valioso con 354 votos, tras ser favorecido con 21 sufragios de primer lugar. Superó en las papeletas a Gary Sheffield, 254 y a Manny Ramírez 238.
Julio, agrega “Asistí con él como a cinco Partidos de Estrellas y estos son momentos de mucha gratitud, que nunca olvidaré”, expresa el también ex miembro de los Medias Rojas de Boston, equipo con el cual pactó a finales de los 90¥s por unos 700 mil dólares.
Su otro hermano, Wilton, quien con él compartió cuatro años con los Expos de Montreal resalta que quedaba sorprendido como Vladimir actuando con un conjunto que como los Expos de Montreal no era un club de primer nivel en el Este de la Nacional, con escasas luminarias y aún así Vladimir contaba con las habilidades para en cada campaña superar el centenar de remolcadas y la treintena de jonrones. Glenny, cuya condición de ser la única mujer entre los hijos de la señora Altagracia Alvino no le desfavorece en sus conocimientos sobre el béisbol, pues en momentos de su niñez experimentó la agradable sorpresa de que sus cuatro hermanos estuvieron bajo contrato en Grandes Ligas.
“Fue emocionante observar a Vladimir en el glamour de la Serie Mundial”, afirma la joven sobre aquel episodio ocurrido en el 2012 cuando su hermano siendo un miembro de los Vigilantes de Texas actuó en la misma frente a los Gigantes de San Francisco, conjunto que culminó ganando la misma 4-1.
Aunque Vladimir no registró el mejor de los desempeños apenas bateó de 14-1 con dos remolcadas, Glenny se vio impresionada por la soberbia atmosfera y elevada adrenalina que por tradición genera ese gran Clásico.
“El viajar desde Texas hasta San Francisco y viceversa resultó algo extraordinario, además de la gran presión existente en cada uno de los partidos fue un hecho estremecedor”, expone la joven.
Estos resultan solo algunos de los hechos meritorios en la carrera de Vladimir, cuyo mayor regocijo es casi seguro se produciría cuando reciba la llamada del Salón de la Fama oficializándolo como un miembro distinguido de Cooperstown.