La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, llegó este domingo por la madrugada a La Habana para una visita de dos días que responde a una invitación de Raúl Castro y ha sido criticada en su país tanto por sectores del oficialismo como por miembros de la oposición, reporta EFE.
Este es el penúltimo viaje al exterior como jefa de Estado de Bachelet, quien entregará el poder en marzo al presidente electo, Sebastián Piñera.
La mandataria fue recibida en el aeropuerto José Martí de La Habana por el viceministro cubano de Relaciones Exteriores, Rogelio Sierra. En la visita la acompaña una delegación empresarial que buscará oportunidades de negocio con el Gobierno cubano.
El comercio y las inversiones han sido el argumento esgrimido por el Gobierno chileno para el viaje. Sin embargo, medios de prensa han destacado que las ventas a Cuba representan solo el 0,05% del comercio exterior de Chile y las inversiones en la Isla solo alcanzan los 52 millones de dólares.
Los detractores del viaje señalan la situación de los derechos humanos en la Isla.
“En el marco de su visita oficial a Cuba, manifieste el rechazo de Chile a las sistemáticas violaciones a los derechos humanos sufridos por grupos opositores a la dictadura cubana”, pidieron senadores y diputados de derecha, centro e izquierda esta semana.
“En un país democrático como el nuestro, su presidenta/e tiene derecho a celebrar a dictadores, pero sus ciudadanos también tienen derecho a criticar su doble estándar: Bachelet condena (con razón) a una dictadura de derecha que duró 17 años, pero se emociona con una tiranía totalitaria de izquierda que se acerca a los seis decenios”, opinó el escritor Roberto Ampuero en el diario El Mercurio.
“Su viaje es al pasado, porque rinde tributo a un régimen que fue por mucho tiempo bandera de la izquierda criolla y regional, pero que hoy, por su fracaso político y económico, la divide”, añadió. Esta visita “deja al desnudo un parteaguas que separa a fuerzas socialdemócratas, reformistas y centristas, por un lado, y a las que se identifican con el socialismo clásico, el Socialismo del Siglo XXI o el populismo estatista, por otro. Y desconcierta también a los socialcristianos auténticos, que creen en la democracia liberal, el pluralismo y el respeto a los derechos humanos”.
Ampuero dijo esperar que la mandataria, “que sufrió en carne propia los rigores de una dictadura, recuerde en La Habana la etapa en que Chile contó con respaldo internacional para recuperar su democracia, y se reúna con quienes discrepan del castrismo”.
“Si pudiese hacer ese gesto solidario y democrático hacia quienes piensan diferente al régimen instaurado por los Castro en 1959, Bachelet estaría enriqueciendo y humanizando el legado que aspira a dejar. De lo contrario, su legado en lo relativo a Cuba dirá: Apoyó hasta el último día a la dictadura castrista”, señaló.
La agenda de Bachelet en Cuba arranca este mismo domingo con un intercambio con intelectuales y artistas oficialistas, durante el que presidirá la firma de un convenio entre el estatal Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y el Ministerio de Cultura de Chile.
El lunes la presidenta comenzará el día con la inauguración de un foro empresarial bilateral en el Hotel Nacional. El encuentro busca identificar nuevas oportunidades de negocios para incrementar las inversiones chilenas en la Isla.
Está previsto que Bachelet visite además la escuela pedagógica que lleva el nombre del expresidente chileno Salvador Allende, y rubrique de un convenio de colaboración entre hospitales de ambos país.
Más tarde, Bachelet se reunirá con Raúl Castro en el Palacio de la Revolución.