Como el gobierno de Donald Trump, las autoridades migratorias mexicanas también separan de sus familias a niños migrantes mayores de 12 años provenientes de Centroamérica, alertó ayer Dora Giusti, jefa de Protección a la Infancia de Unicef en ese país.
El informe “Desarraigados en Centroamérica y México”, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que aborda los flujos migratorios entre América Central y América del Norte, señala que no sólo Estados Unidos separa a familias migrantes, sino también lo hace México, país donde se establecen muchos migrantes ante las dificultades de alcanzar la frontera norte.
Según Unicef, las autoridades mexicanas suelen detener y llevar a los niños de 12 años a una zona separada de sus familias, mientras que se permite a las madres quedarse con los hijos más pequeños.
Ante esto, Giusti pidió acelerar la reunificación de familias, tanto en México como en Estados Unidos, y advirtió que “el impacto que tiene la separación y la detención genera un estrés tóxico que puede generar repercusiones de por vida, como trastornos psicológicos”.
Sólo 167 solicitudes de asilo y refugio fueron aprobadas en México en 2017, año cuando se detectaron 18 mil menores, por lo que el resto fueron sometidos a procesos de deportación.
Giusti explicó que estas demandas ya han sido trasladadas al equipo de transición del presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, quien asumirá el poder el próximo 1 de diciembre.
El informe, divulgado ayer, indica que al menos 286,290 migrantes que viajaban a Estados Unidos fueron interceptados en la frontera norte de México entre octubre de 2017 y junio de 2018. De ellos, 37,450 eran menores de edad que emprendieron la travesía en solitario.
Los que viajan solos suelen ser víctimas de “explotación por parte de bandas criminales y violencia sexual en el caso de las chicas”, así como discriminación y rechazo en las comunidades por donde pasan, indicó Giusti.
Además, Unicef calcula que, entre 2016 y 2017, casi 60 mil menores de Guatemala, Honduras y El Salvador fueron retenidos en estaciones migratorias, en lugar de ser hospedados en albergues, como indica la ley.
En los casos de niños de Guatemala, son retornados en camión y ubicados en un albergue en la frontera, desde donde se contactan las familias. El proceso con los hondureños y salvadoreños se demora más, puesto que las deportaciones se hacen en avión y deben ser costeadas por las autoridades del estado mexicano donde se detuvo al menor, y no siempre tienen el presupuesto para hacerlo.