Los países centroamericanos y México, así como Cuba, podrían ser los más perjudicados de Latinoamérica por las políticas delineadas por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, según los expertos.
El motivo en el caso de México y Centroamérica es la fuerte dependencia comercial y migratoria que tienen con la potencia del norte, y en el de Cuba, por la previsible congelación del proceso de normalización de relaciones abierto por el presidente Barack Obama.
Ese es el cálculo de los analistas, quienes indican, no obstante, que se espera que los políticos profesionales que asesoren al polémico magnate en comercio o política exterior, le persuadan de no hacer “algunas de las peores cosas que ha prometido”.
Pese a que “poco se conoce de los asesores sobre Latinoamérica” de Trump, “lo que sí se conocen son sus promesas” electorales, aseguró a Efe Ted Piccone, experto en relaciones con Latinoamérica del Instituto Brookings, de Washington.
“De ponerlas en práctica para proteger los intereses de Estados Unidos -reconstruir la economía, crear mejores empleos en el país y reducir la inmigración- tendrán un efecto directo negativo en Latinoamérica”, agregó Piccone.
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Piccone recordó que las medidas que podría aplicar la próxima administración Trump, quien asumirá el Gobierno en enero, incluyen “la deportación expedita de los inmigrantes indocumentados” y reducir el acceso a los beneficios y servicios sociales de los demás.
Eso tendría especial efecto en los países que más emigrantes indocumentados están mandando a Estados Unidos, que actualmente son Guatemala, El Salvador, Honduras y México, y a los que más inmigrantes indocumentados les están deportando.
Según las cifras oficiales más recientes sobre deportaciones, correspondientes al año fiscal 2015, EE.UU. devolvió a su lugar de origen a inmigrantes indocumentados procedentes de 181 países, en su mayoría de México (146.132), seguido por Guatemala (33.249), El Salvador (21.920), Honduras (20.309), la República Dominicana (1.946), Ecuador (1.305) y Colombia (1.154).
Respecto al tema comercial, Piccone mencionó los planes del magnate neoyorquino de penalizar, saltándose el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), a las empresas de EE.UU. que muevan sus fábricas -y por tanto los puestos de trabajo- a México, y hacer pagar a este país un muro antinmigrante en toda la frontera.
Pero dijo no creer que los otros acuerdos comerciales que Estados Unidos tiene en la región se vean “tan directamente afectados” como el TLCAN, “dada la fuerte preponderancia del comercio” de EE.UU. con su vecino del sur.
Además del TLCAN, con México y Canadá, Estados Unidos tiene acuerdos de libre cambio con los países centroamericanos y también con República Dominicana, además de Colombia, Chile, Panamá y Perú.
El profesor de Economía Internacional de la Universidad de Michigan Alan Deardorff consideró, no obstante, que “si el presidente Trump hace todas las cosas relacionadas con política comercial que ha mencionado durante su campaña electoral, sería un desastre tanto para Estados Unidos como para el comercio mundial”.
“Estoy bastante seguro de que, de hecho, no tendrá el poder para hacer al menos algunas cosas que ha prometido (como retirarse del TLCAN), y esperemos que ahora que ha sido elegido, los miembros de su partido” lo convenzan de no hacer “algunas de las peores cosas que ha prometido”, dijo a Efe Deardorff.
El experto se mostró seguro de que con Trump ciertamente no se pueden esperar avances en el tema comercial, pero dijo que con el asesoramiento adecuado del aparato del Partido Republicano, confía en que se pueda “evitar un movimiento demasiado lejos en la dirección negativa”.
Se da la circunstancia de que en Estados Unidos las administraciones republicanas han sido más activas incluso que las demócratas en impulsar acuerdos de libre comercio en todo el mundo.
El otro país latinoamericano que se vería más perjudicado por la aplicación de las promesas electorales de Trump sería Cuba, ya que para cortejar el voto del exilio cubano prometió condicionar el proceso de normalización de relaciones emprendido por el presidente Obama a avances en derechos humanos y libertades.
“El proceso de normalización de relaciones (…) cuanto menos se congelará, e incluso podría ser revertido, como (Trump) prometió a la comunidad del exilio cubano en Miami”, recordó Ted Piccone.
La normalización de relaciones con Cuba, cuya prueba final es el levantamiento del embargo, se enfrenta también al Congreso, en el que los republicanos mantienen la mayoría en ambas cámaras tras las elecciones del pasado martes y donde sigue habiendo muchas reticencias, a las que ahora se sumará la de la Casa Blanca.