BERLÍN. Angela Merkel aceptó este domingo por primera vez establecer un objetivo anual de refugiados acogidos en Alemania, ante la presión de su familia política conservadora que reclamaba un endurecimiento de su política migratoria tras las recientes elecciones legislativas.
El proyecto acordado tras una reunión de crisis entre el partido demócrata cristiano de la canciller, la CDU, y su aliado bávaro, la CSU, prevé un objetivo de 200.000 refugiados acogidos cada año, según un documento al que tuvo acceso la AFP.
“Queremos conseguir que el número de personas acogidas por motivos humanitarios no supere las 200.000 al año”, indica el texto que suscribieron ambos partidos. De esta forma, la CDU y la CSU esperan resolver un conflicto que comenzó hace dos años.
Merkel y el presidente de la CSU, Horst Seehofer, quieren presentar los detalles sobre el acuerdo durante una rueda de prensa celebrada el lunes hacia el mediodía en Berlín.
El texto, fruto de unas 10 horas de negociación, también aborda la necesidad de agrupar a los nuevos demandantes de asilo en determinados centros mientras se estudian sus expedientes, a diferencia de la situación actual en la que los refugiados se reparten en centros de acogida de todo el país.
Condición previa
Un acuerdo entre los conservadores sobre la política migratoria alemana en los próximos años era una condición previa para formar un nuevo Gobierno de coalición, tras las legislativas de finales de septiembre.
Falta por ver qué opinarán los otros dos partidos con los que Merkel entablará pronto negociaciones para formar una alianza mayoritaria: los liberales y, sobre todo, los Verdes, partidarios de una política migratoria más generosa.
La CSU, que lleva dos años denunciando la decisión de Merkel de abrir sus fronteras a más de un millón de demandantes de asilo en 2015 y 2016, había amenazado con separarse de la CDU si la canciller no cambiaba de política migratoria.
Merkel ha acabado aceptando un objetivo anual, aunque no se trata de un límite estricto.
Dicho objetivo solamente concierne los flujos de refugiados que puede controlar el Gobierno, esto es, los que llegan mediante cuotas de demandantes de asilo de la Unión Europea o la reagrupación familiar. El principio del derecho de asilo no queda por tanto en entredicho.
Y Merkel quiere conservar un margen de maniobra sobre ese límite en caso de gran crisis humanitaria, como la guerra civil en Siria.
Pero al aceptar fijar un objetivo, algo a lo que siempre se había opuesto por considerar que era una idea irrealista, la canciller ha hecho una importante concesión al ala derechista de su familia política.
Es cierto que estaba sometida a una intensa presión desde las legislativas, que su partido ganó con el peor resultado registrado desde 1949: el 32,9% de los votos.
Giro hacia la derecha
Esa decepcionante victoria y la entrada de la extrema derecha de la AfD en la Cámara Baja del Parlamento debilitan mucho a Merkel antes de su cuarto mandato al frente de Alemania.
Los detractores entre sus propias filas la acusan de haber llevado a numerosos electores conservadores a los brazos de la derecha antiinmigración, por culpa de su política centrista y generosa con los refugiados.
La CSU bávara y el ala derechista de la CDU llevan tiempo exigiendo a la canciller que ocupe “su lugar en la derecha del centro”.
El sábado, en un congreso de los jóvenes de la CDU, varios militantes criticaron abiertamente la política de Merkel. El líder de esa organización, Paul Ziemiak, exigió “nuevas figuras” al frente del partido, así como un “giro más conservador”.
“Debemos reconocer claramente nuestros errores: es evidente que una parte de nuestros electores ya no se sienten bastante representados”, declaró.
Esos debates se llevan a cabo apenas una semana antes de la celebración de elecciones regionales en el estado de Baja Sajonia donde la CDU, que encabezó durante mucho tiempo los sondeos, está ahora empatada con los socialdemócratas en intención de votos.