A esta conclusión llegó un reciente estudio realizado por el Colegio de Salud Pública Mel y Enid Zuckerman, la Universidad de Arizona, la Universidad de Iowa, la Universidad Purdue, el Colegio de Medicina Albert Einstein, el Centro Kaiser Permanente para la Investigación de la Salud, el Centro de Medicina Harbor-UCLA, la Universidad de California y otros centros investigativos, luego de analizar las dietas de más de 90,000 mujeres de entre las edades de 50 y 79 años, entre los años 1995 y 199,8 para ver quienes desarrollaban o no cáncer durante un período de aproximadamente 15 años.
Los investigadores encontraron que las dietas altas en alimentos de densidad de energía dietética (DED) —una medida de la calidad de la dieta que relaciona la cantidad de energía (kilocalorías o kilojulios) con el peso de los alimentos (gramos)— incrementan el riesgo de desarrollar cáncer sin importar cuál es el peso de la persona.
También se encontró que el consumo de alimentos alto en DED estuvo vinculado con un incremento del 10% en el cáncer relacionado con la obesidad entre las mujeres posmenopáusicas con un peso normal. Es decir, que existe una conexión clara entre la obesidad y el cáncer, pero también una conexión clara entre la mala alimentación y el cáncer en sí.
Ante los resultados obtenidos, los investigadores estiman que la dieta juega un papel en el riesgo de padecer cáncer. Los datos del nuevo estudio demuestran que cerca del 30% de los casos de cánceres actuales podría ser prevenido con la modificación de los hábitos alimenticios.
Como resultado de estos hallazgos, los expertos dicen que las personas necesitan enfocarse menos en la apariencia y lo que está sucediendo externamente en el cuerpo, ya que lo que realmente importa es lo que sucede internamente en este.
Más concretamente, esto quiere decir que en vez de ser un contador de calorías para evitar el sobrepeso, es más importante centrarse en la calidad de las calorías que se ponen en el cuerpo en lugar de la cantidad.
Es cierto que para mantener un peso saludable no se desea consumir demasiadas calorías — resalta el estudio—, pero también se corre el riesgo de seguir una dieta baja en calorías con alimentos poco saludables. Esto quiere decir que a pesar de no se comer mucho, lo que se come puede estar dañando la salud.
La dieta contra el cáncer
Entonces, ¿cómo se puede seguir una dieta anticáncer?
Para ello, los investigadores recomiendan:
1. Cuidar la ingesta de azúcar
El Centro de Cáncer MD Anderson de la Universidad de Texas encontró evidencia en un estudio publicado en 2016, que el consumo de alimentos con un alto índice glucémico (alimentos que elevan los niveles de azúcar en la sangre rápidamente) puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en pacientes blancos no hispanos.
2. Comer alimentos altos en magnesio
Se tienen algunas evidencias de que este mineral puede reducir el riesgo general de cáncer. En un estudio, los investigadores encontraron que el grupo de personas que tenían una mayor ingesta de magnesio parecía tener más bajo el riesgo de cáncer general, que quienes consumen pocos alimentos que son fuentes de este mineral, como son las espinacas, las semillas de calabaza, el yogur, el kéfir, las almendras, los frijoles negros, el aguacate, los higos, el chocolate negro y los bananos.
3. Comer alimentos con selenio
El selenio puede ser protector contra el cáncer y su deficiencia es un factor de riesgo para varios tipos de cánceres. Las investigaciones han encontrado que los bajos niveles séricos de selenio estaban en pacientes con cáncer de pulmón, laringe, próstata y vejiga.
Los alimentos ricos en selenio incluyen nueces de Brasil, atún claro o de aleta amarilla, halibut, sardinas y pollo.
4. Comer alimentos con zinc
Las personas con un aumento de la ingesta de zinc en la dieta pueden tener un menor riesgo de cáncer de pulmón, sugirió un estudio, señalando los beneficios protectores de este mineral. Los alimentos con zinc incluyen cordero, semillas de calabaza, champiñones, garbanzos, espinacas, pollo y carne de vaca alimentada solo con pasto.
5. Comer alimentos con cobre
Las investigaciones han demostrado que quienes consumen alimentos con un alto contenido de cobre pueden tener un menor riesgo de cáncer de pulmón.
Los alimentos ricos en cobre incluyen semillas de girasol, lentejas, almendras, chocolate negro, hígado de res y espárragos.
6. Comer alimentos con hierro
El aumento de la ingesta de hierro también puede ayudar a proteger contra el cáncer de pulmón. Sin embargo, con este mineral se debe tener cuidado debido a que el exceso de hierro puede causar otros problemas de salud.
Los alimentos ricos en hierro incluyen carne roja, cerdo, aves, mariscos, frijoles, espinacas (y otros vegetales frondosos), guisantes, chirimoyas y cereales fortificados con hierro.
7. Comer alimentos con azufre
La mayor parte del azufre de la dieta proviene de proteínas como el pescado, la carne de res y las aves de corral. También se puede encontrar en las yemas de huevo, los frijoles, el coco, los plátanos, la piña, la sandía, el brócoli, el ajo, las cebolla, los espárragos, los puerros, la col rizada, las batatas, los guisantes, los cebollinos, el aguacate, el coliflor, las coles de Bruselas, el germen de trigo y los tomates.