Aunque está privado de libertad, Leocadio Felipe es el soporte económico de su familia. Felipe ha aprovechado la oportunidad de trabajar que le ha dado el Centro de Corrección y Rehabilitación El Pinito, de La Vega, donde está recluido, para fabricar bultos y ropas, labor que le genera ingresos, de los cuales envía a su familia.
“Yo estoy ayudando a pagar la carrera de mi hija en la universidad, yo le mando lo que pueda picar aquí”, dice Felipe, quien está condenado a 20 años de prisión por violación sexual, de los cuales ha cumplido ocho.
Aunque llegó al recinto con experiencia en el oficio que hace, porque trabajó un tiempo en una zona franca, en Santiago, sostiene que en el centro se ha pulido más.
Ha realizado 15 cursos, entre ellos de tapicería y costura.
Enfatiza que en vez de su esposa y sus hijos llevarle dinero, él es que les envía. Resalta que ha aprovechado el tiempo, porque necesita mantenr a sus hijos. “Me han dado la oportunidad de trabajar”, expresa. Tiene cuatro hijos y una nieta.
Oriundo de Santiago, se siente orgulloso de poder decir que les manda recursos a sus hijos. “A ellos no les hace falta para pagar su universidad, ellos solo tienen que poner el cuerpo, porque yo me estoy partiendo el alma, trabajando por la oportunidad que me ha dado el centro”, enfatizó, tras precisar que está tratando de aprovechar esa oportunidad al máximo.
Una nueva persona
Otro interno que ha aprovechado la oportunidad que le ha dado el centro es Francisco de la Rosa, quien llegó sin estar alfabetizado. Ahora ya no solo sabe leer y escribir, aprendió una labor que le permitirá desempeñar un oficio cuando recobre su libertad.
Hace hermosas zapatillas de mujer tejidas a manos, que son motivo de admiración para el que visita ese recinto. También aprendió a elaborar pulseras y otros objetos.
Los calzados son vendidos en el mismo recinto. También son enviadas a sus familiares para que los negocien, a un precio de 500 pesos.
En ese oficio, junto con otras actividades educativas y de recreación, ocupa su mente, mientras cumple una condena de 30 años de prisión por homicidiio.
Nativo de La Vega, lleva 18 años privado de su libertad, cinco de ellos en El Pinito.
“Aquí yo he aprendido muchas cosas, aprendí a leer y escribir”, dice. Está cursando el tercero y cuarto de la primaria.
Afirma que ha obtenido muchos beneficios estando en prisión. Pertenece al programa Medio Libre, que le otorgó un permiso para ir a su casa el Día de las Madres.
“Me siento orgulloso y alegre de los regalos que nos dan por el comportamiento”, expresa.
La ley 224-84 sobre régimen penitenciario establece que las remuneraciones que perciban los reclusos en talleres estatales, particulares o en trabajo por cuenta propia, se distribuirán en la siguiente forma: Un 10% para la Dirección General de Prisiones, a fin de contribuir a los gastos de permanencia en el establecimiento; un 50% para la manutención de sus familiares o de las personas que determinen los reclusos; un 30% para la formación de un fondo de reservas que se les entregará a sus egresos, y un 10% para el uso personal de los reclusos.