Cientos de personas, incluyendo destacadas personalidades del arte y la cultura dominicana dieron su último Adios a Sonia Silvestre en el cementerio Nacional de la Máximo Gómez.
Sonia, una de las voces más importantes del país, falleció el sábado pasado a los 61 años, víctima de complicaciones cerebrovasculares.
Durante su esplendor, la cantante estuvo al frente de la lucha por la libertad y las causas sociales del país.
Entre sus éxitos de amor se recuerdan “La tarde está llorando”, “El arañazo”, “Yo quiero andar” o “Mi tercer amor”, entre otros.
En el plano social “Ojalá” de Silvio Rodríguez, con quien tuvo una gran amistad, la producción “Sonia Canta Poetas de la Patria”, entre otros muchos.
El cantautor cubano Silvio Rodríguez, gran amigo de la artista ponderó sus cualidades y expresó su pesar.
En tanto que el Presidente Danilo Medina ponderó sus cualidades vanguardista de las causas sociales y la definió como una gran solidaria.
Silvio Rodríguez recordó en esa misiva, la hospitalidad que le brindó Sonia Silvestre cuando visitó el país a principios de los años 70, y las personas que presentó y con quienes desde entonces guarda una gran amistad.
“Aquella muchachita no parecía ser dueña de semejante voz. Uno se preguntaba de dónde salía tanta fuerza, tanta belleza poderosa.
“Era admirable escucharle sus argumentos de granito”, dijo el autor de “Ojalá”, que también fue un éxito en la voz de la cantante dominicana.
Antes del sepelio, el presidente dominicano, Danilo Medina, acudió a la funeraria donde velaban los restos de Sonia Silvestre y tras dar el pésame al esposo, hija y otros familiares.
“Es una pérdida irreparable y más para los que fuimos contemporáneos de Sonia, los que valoramos no solo su voz sino su compromiso, el que desde muy joven tuvo con la sociedad dominicana, siempre a la defensa de las mejores causas”, dijo el jefe de Estado.
Sonia Silvestre fue una de las artistas más queridas y respetadas por los dominicanos no solo por sus excelentes cualidades vocales, sino porque siempre abrazó las causas más sentidas de los humildes y exigía con su voz y su presencia el respeto a los derechos humanos y a la libertad.
“Decía que su corazón latía dividido: una mitad en su ‘Quisqueya’ entrañable y la otra en su Cuba querida. Desde su primera visita (a Cuba) se integró a mi generación de trovadores y siempre la sentimos como nuestra (…) llevaba el mismo arte a los obreros de una fábrica o a los macheteros, en los campos de caña”, dijo Silvio Rodríguez en una parte de su carta.