Desde que la Policía Nacional halló una osamenta que se presume es de la niña Carla Massiel Cabrera, desaparecida desde el 25 de junio de 2015, las supuestas amenazas que recibía Diolandita Cabrera, madre de la menor, de parte de los dos imputados en el caso, han cesado, sin embargo, ella teme por su vida, debido a que los familiares de los recluidos viven cerca de su residencia.
“Temo mucho por mi vida, porque ahora mismo uno no sabe cuál es el amigo o el enemigo. Los familiares de los dos imputados viven por aquí, y son personas que paran a cada rato ingiriendo sustancias prohibidas, entonces no sé si cualquier día bajo esos efectos pueden venir a mi casa y hacerme cualquier daño”, expresa alarmada Diolandita.
Por temor, dice que no puede estar sola en su casa. “Desde que mi esposo se va de la casa, yo también me voy. No me puedo quedar sola, porque quizás se dan cuenta y me pueden hacer un daño”, indica.
Considera que puede haber más personas detrás del caso, pero que Dawin José Infante Trinidad y Juan Cabral Martínez, ambos recluidos por la desaparición de Carla, tienen que ver con la desaparición, “porque si ellos están hablando es porque están involucrados”.
De su lado, Manuel Reyes Méndez, actual esposo de Diolandita Cabrera, expresa que las autoridades deben implementar más seguridad en la zona, porque no es la primera vez que suceden casos que nadie pensaba.
“Las autoridades deben hacer algo con estos terrenos o sacarnos de aquí. Esto son unos bosques, donde se pueden hacer muchísimas cosas y nadie se da cuenta. La gente hace sus fechorías y nadie sabe nada. Este es el bosque de la muerte”, dice Reyes Méndez.
Indica que en el lugar que menos imaginaron que podría aparecer una osamenta que se presume es de su hijastra, fuera tan cerca de su vivienda.
“Nosotros estábamos buscando muy lejos de aquí y mira como todos los enemigos estaban aquí, debajo del pie. Hay que brindarnos más seguridad, porque uno no sabe quién es quién”, añade.
Muchas versiones han surgido en los últimos meses de personas que han cuestionado a Diolandita, debido a que se mudó de la casa donde vivía con sus tres hijos y esposo.
Las personas especulan que la nueva vivienda había sido comprada con el supuesto dinero que le habían otorgado por vender a su hija.
“El padre de mi hija y otras personas del barrio viven diciendo que yo vendí a Carla y que con el dinero que me dieron compré esta casa. Yo me sorprendo cuando escucho eso, porque miren donde estoy viviendo, en una tierra invadida”, expresa.
Detrás de un solar baldío se encuentra la nueva vivienda en la que reside Diolandita junto a su esposo, es muy humilde, incluso, el piso aun es del tierra.
“Nosotros no podemos decir que esto es de nosotros, este terreno es del CEA, o del dueño de eso cuando aparezca. Él no puede decir que yo compré esta casa”, manifiesta.
Explica que el motivo del cambio es que en la otra residencia que vivía era alquilada, y cuando la dueña de la vivienda se enteró de todo el problema que estaba pasando su familia, le pidió que le entregara la casa.
Expresa que trataron de buscar otra casa alquilada y todos la rechazaron por el problema de la desaparición de su hija, “por lo que nos vimos obligados a invadir este lugar y construir un pequeño techo”.
“El padre de mi hija vive diciendo que con el supuesto dinero que me dieron por vender a Carla yo compré esta casa. Yo he sido la madre y padre de mis tres hijos y siempre he velado por ellos, nunca le haría un daño, mientras que él como padre nunca ha dado la cara”, añade.