PARÍS. Emmanuel Macron y Marine Le Pen. Un socioliberal y una ultraderechista. Dos concepciones de Francia y Europa radicalmente opuestas se enfrentarán en la segunda vuelta de las presidenciales, que dieron un histórico portazo a los dos grandes partidos tradicionales.
Los encuestadores dormirán ayer tranquilos. Los pronósticos por una vez acertaron y fueron dos autoproclamados antisistema quienes medirán sus fuerzas dentro de dos semanas, el 7 de mayo, con ventaja aparente para Macron.
El socioliberal se hizo, según él mismo anunció, con la victoria en la primera ronda. Con el 90 % del voto escrutado tenía un 23,5 % de los votos.
Tras lograr la proeza de pasar en un año de ser un ministro de Economía poco conocido al candidato más votado en las elecciones, pretende ahora convertirse, a los 39 años, en el jefe de Estado más joven de la V República.
Pese a que sus detractores se empeñan en pintarle como el heredero del impopular presidente François Hollande, lo cierto es que Macron ha tocado una tecla en el electorado francés.
Su imagen fresca y su propuesta de ruptura para “desbloquear” los anquilosados cimientos de la sociedad gala han calado sobre todo entre el electorado con mayor nivel educativo y en las ciudades.
“En un año hemos cambiado la cara de la política francesa”, dijo un eufórico Macron ante sus partidarios en el Palacio de Congresos de la Puerta de Versalles de París.
A la cabeza del movimiento “En Marcha” creado a su imagen y semejanza -lleva hasta las iniciales de su nombre-, el socioliberal enarbola un discurso que trasciende las barricadas ideológicas con el que pretende aglutinar a sus compatriotas.
“Nuestro país atraviesa un momento inédito marcado por el terrorismo, el déficit, el sufrimiento social y ecológico, y ha respondido votando masivamente y decidido a situarme en cabeza de la primera vuelta”, dijo.
Con el mismo afán antisistema, Le Pen alcanzó, con mayor sufrimiento del que parecía hasta hace sólo un mes, la segunda vuelta, la misma frontera a la que su padre Jean-Marie llevó las ideas ultraderechistas del Frente Nacional (FN) en 2002.
La candidata recibía, a falta de escrutar un 10 % de los votos, un 22,08 % de los votos.
En Hénin-Beaumont, ciudad del deprimido norte de Francia que ha convertido en su feudo electoral, Le Pen lanzó un discurso patriótico y populista en el que proclamó: “Hemos superado la primera etapa que llevará a los franceses al Elíseo”.
No desaprovechó un momento para cargar contra Macron, y se felicitó de enfrentarse al exministro -que trabajó en el pasado como banquero de finanzas- en la segunda vuelta para escenificar “el gran desafío de estas elecciones: la globalización salvaje”.
“Apelo a todos los patriotas sinceros, de todo origen, para que me apoyen, que abandonen peleas anquilosadas porque está en juego el interés del país, la supervivencia de Francia, la unidad nacional”, insistió ante un millar de fieles.
Sin embargo, Le Pen no tendrá tan fácil convertirse en la primera presidenta de Francia.
La primera encuesta aparecida con el escenario de la final, divulgada ayer por el instituto demoscópico Ipsos, otorga una cómoda victoria a Macron con el 62 % de los votos.
Los grandes derrotados de la noche, el conservador François Fillon (19,75 %) y el socialista Benoît Hamon (6,20 %), anunciaron inmediatamente que votarán al socioliberal para evitar así el triunfo de la ultraderecha.