El tribunal de apelación que confirmó la condena a Luiz Inácio Lula da Silva por corrupción alejó las posibilidades del exmandatario brasileño de presentarse en las elecciones presidenciales de octubre, aunque sin hundir definitivamente su candidatura.
El fallo ha creado un clima de incertidumbre inédito en el país, ya que Lula lidera los sondeos pero podría ser declarado “inelegible” poco antes de la votación.
Los tres magistrados del Tribunal Regional Federal nº 4 (TRF4) de Porto Alegre (sur) declararon el miércoles como se esperaba que el expresidente es culpable de corrupción pasiva y blanqueamiento, por haber recibido de la constructora OAS un tríplex de 300 m2 a cambio de su mediación para obtener contratos en Petrobras.
Lula se declara inocente, asegura que nunca recibió siquiera las llaves de ese apartamento y atribuye la condena a una conspiración para invalidar su candidatura.
Pero el primer efecto de ese fallo fue acrecentar la combatividad del exlíder sindical, de 72 años.
“Ahora quiero ser candidato a la presidencia de la República”, proclamó ante miles de seguidores poco después de conocer la sentencia, que aumentó su pena inicial de 9 años y medio de cárcel a 12 años y un mes.
Los analistas de Capital Economics consideran que “el veredicto unánime [de los tres jueces] reduce las posibilidades de apelación de Lula”.
– “Una situación dramática para la democracia” –
Los partidarios y detractores del exmandatario (2003-2010), que se manifestaron el miércoles en Porto Alegre y Sao Paulo, seguirán evaluando de maneras diametralmente opuestas la equidad de la sentencia.
Los primeros acusan a la justicia de haber sido sospechosamente veloz a la hora de actuar contra la emblemática figura de la izquierda brasileña y alegan que las pruebas contra Lula obtenidas mediante acuerdos de “delación premiada” con otros acusados son muy frágiles.
Los segundos estiman que Lula y su Partido de los Trabajadores (PT) son, al igual que todas las formaciones políticas del país, corruptos, por lo que merece ir a la cárcel.
Lula enfrenta otras seis causas, la mayoría por corrupción.
“El tema del tríplex está lejos de ser el más grave”, señaló Leandro Paulsen, uno de los tres jueces de Porto Alegre.
La derrota judicial de Lula tendrá importantes consecuencias en los comicios presidenciales y desencadenará probablemente una larga batalla judicial, a nueve meses de que la mayor economía latinoamericana vaya a las urnas.
“Es una situación inédita en Brasil”, subraya Fernando Schüler, del Instituto Insper. “Lula es el favorito de las elecciones y su candidatura es incierta. Esta situación es dramática para la democracia”.
– 30% de posibilidades –
El fallo “complica la carrera de Lula hacia las presidenciales, pero no la frena”, asegura Capital Economics. “Tiene 30% de posibilidades de estar en liza”.
La evaluación de los analistas de Eurasia Group es similar. “Su apuesta presidencial no ha sido enterrada (…) Por eso no bajamos sus posibilidades de participar a menos de 30%”.
Los abogados de Lula podrán seguir apelando a instancias superiores, hasta llegar a la corte suprema.
Pero la justicia penal y electoral actuarán rápido, lo que aumentará las probabilidades de que quede fuera de los comicios. Los candidatos deben ser declarados antes de agosto.
Según los últimos sondeos, más de un tercio de los brasileños están dispuestos a votar por Lula, una cifra muy superior al de su competidor más cercano, el diputado de ultraderecha Jair Bolsonaro, que cuenta con el 17% de respaldo.
El presidente conservador Michel Temer, cuyo mandato se ha visto afectado por una serie de escándalos, no optará a la reelección.
Esta situación puede dejar vía libre a Lula para llegar al poder por tercera en vez en Brasil, cuya población está harta de la política.
“Lula probablemente seguirá haciendo campaña sea cual sea su batalla legal”, estima Thomaz Favoro, de Control Risks. “Seguirá apelando hasta agotar todas las posibilidades”.
Al PT, de su lado, le interesa “seguir cuestionando las decisiones judiciales para que Lula quede como la víctima de un juicio político”, afirma.
Sus partidarios saldrán a las calles y “hay un riesgo real de confrontaciones violentas con las fuerzas de seguridad”.
Pero el PT ya no es la formación de los años dorados de Lula (2003-2010), sino que se ha convertido en un “partido minoritario en el Congreso”, apunta Fernando Schüler.
“Lo máximo que puede hacer” es movilizar a sus militantes para “intentar bloquear algunas carreteras”, estima.