MÉXICO.- Cada mes que dura la siembra y cosecha de amapola, un agricultor en Guerrero que trabaja desde su pequeña casa de madera sin agua potable gana unos 350 dólares, casi el mismo precio que un adicto a la heroína paga por un gramo de la droga que consigue por teléfono.La diferencia abismal de precios y realidades entre la producción y el consumo con una próspera actividad de narcotráfico de por medio se ha convertido en el talón de Aquiles de la agenda de seguridad México- Estados Unidos y más allá.”No puedo imaginar que el consenso internacional se pueda mantener cuando unos países ponen un número tan elevado de muertos o de recursos financieros para el combate bajo términos de una guerra que no ha funcionado”, dijo el embajador mexicano Luis Alfonso de Alba frente a legisladores del país en días pasados.”Tenemos una estrategia del año 1999 programada hasta 2019 que no está dando los resultados esperados”, insistió De Alba.El gobierno de México –junto con Colombia y Guatemala- convocó a un periodo extraordinario de la ONU para discutir las políticas internacionales de combate a las drogas que ha costado a este país más de 180,000 muertos desde 2006.Y el balance es cada vez más negativo: el consumo de cocaína se mudó a la heroína y ésta incrementó el número de adictos hasta un 65%.