La naturaleza mantiene una armonía con los recursos naturales, cuyos componentes son imprescindibles para mantener el equilibrio adecuado que permita la vida en esta tierra común.
Existe una clasificación que nos permite saber y entender los elementos que entre los recursos naturales tienen condiciones de renovables y aquellos que no son renovables.
Los recursos renovables poseen la capacidad de ser recuperados, a través de procesos naturales que en ocasiones no resulta tan fácil, por el descuido, el grado de destrucción y el daño que constantemente reciben; los de mayor abundancia, los que todos los seres humanos tenemos el derecho de disfrutar, como el aire, el agua, la tierra o suelo, la flora y la fauna, han recibido tal cantidad de agresiones que algunos componentes o partes de ellos están a punto de desaparecer o en peligro inmediato de extinción.
La mayoría de los dominicanos podemos darnos cuenta de esta situación de nuestros recursos naturales, pues no le damos la importancia que merece, y, en ocasiones los agredimos consciente o inconscientemente; hacemos un mal uso de las riquezas naturales o como se le llama en economía, bienes económicos, o bienes económicos externos, que nos brinda la naturaleza, gratuitamente.
En cuanto a los recursos naturales no renovables que se encuentran en cantidades limitadas cuyo agotamiento es definitivo, es decir, no se pueden renovar o recuperar, por lo que nos enfrentamos a la necesidad de racionalizar su explotación. En este aspecto, nos encontramos, constantemente, ante las consecuencias del atropello a estos recursos que implica situaciones irremediables. Es el caso del gas natural, el carbón mineral, el petróleo, los metales y las piedras preciosas; todos ellos requieren millones de años para reproducirse.
El mundo actual tiene un desafío permanente, generado por la necesidad de encontrar un equilibrio óptimo entre las exigencias de aplicaciones de nuevas tecnologías asociadas a procesos de industrialización beneficiosos para satisfacer demandas sociales crecientes. Sin embargo, el aumento de la población y el consumo, con su beneficio económico se produce en una sociedad que no está suficientemente informada sobre las tecnologías utilizadas y sus graves efectos derivados.
Situacionalmente, muchas sociedades, entre ellas nuestro país, acuciadas por la pobreza y la miseria, se sienten compelidas a cerrar los ojos sin dedicar suficientes esfuerzos a generar ideas de invención para hacer inversión y producción sin que se produzcan los efectos de la destrucción permanente en los recursos.
Personalmente, como educador me siento en la obligación de proponer a nuestro pueblo el conocimiento de las técnicas, y conceptos conservacionistas, la limitación en la explotación de los sistemas clásicos, para los cuales entran en análisis la necesidad de vivir y la conciencia de cómo vivir y dejar como ley escrita la solución de problemas sin necesidad de llevar al agotamiento nuestros recursos naturales no renovables. Entre los ejemplos posibles se pueden mencionar el uso de hidroeléctricas, energía solar, energía eólica y energía submarina, en lugar de producirla con carbón, petróleo, gas carbónico, energía nuclear, etc., cuyas emisiones de residuos y de partículas contaminantes contribuyen a dañar el medio ambiente, y crean inseguridad al producir riesgos que no tienen soluciones, a pesar de que la atmósfera que nos rodea actúa de pantalla protectora.
Nuestro país no escapa a la crisis ecológica mundial, que entra en una contradicción con la lógica capitalista de desarrollo. Desde el inicio de la época de la industrialización en Inglaterra, las sociedades han venido experimentando desequilibrios medioambientales en el metabolismo de la madre naturaleza. Las consecuencias de esa situación nos inducen a valorar de forma dramática la crisis económica del final y principios de siglo como fenómeno que no puede ser comprendido en sus alcances, ni contrarrestarla, si no se asume como crisis irreversible, en primer lugar, no renovable y, en segundo lugar, como un daño a todos los seres vivos y especies.
Paradójicamente, esta crisis económica que mencionamos solo ha sido tratada bajo un pensamiento económico neoliberal, solo se la considera como problema de segundo orden. Sin embargo, la historia reciente presenta, aunque escrita por autores neoliberales apoyadas por capitalistas oligopolistas, que estas creen en su propio sistema tecnológico capitalista, que ellos mismos han creado, y que se presenta en una magnitud nunca antes vista en la historia de la humanidad.
La destrucción ecológica que afecta a todos nuestros recursos naturales con la biodiversidad incluida, nos obliga a insistir en que la alteración del ecosistema en los procesos de producción y consumo ha afectado desde el inicio de la modernidad a las sociedades con la destrucción de la capa de ozono, el incremento de las enfermedades por contaminación y el consumo de sustancias dañinas. Ya no solamente se crean situaciones que afectan la vida humana, sino, también, por las consecuencias, de producir cambios en la naturaleza, con efectos destructivos en todo el mundo, y más en países como el nuestro.
Ante la crisis ecológica producida por un capitalismo estimulado por el afán de crecimiento desmedido que compra con papeles y datos tectónicos los valores de la producción mundial a futuro, notamos que la crisis ecológica viene acompañada de crisis del capitalismo neoliberal. Esta grave situación ha sugerido a las Naciones Unidas la necesidad de integrar un equipo de científicos para estudiar el calentamiento del planeta y la contaminación por la explotación de los recursos naturales. Se dice que el calentamiento global de estos últimos y próximos años, de estas dos décadas, o sea, 2000-2020, será el más alto de los últimos diez mil años; es tan grave esta magnitud que se ha desarrollado una nueva ciencia en consecuencia: “La Paleoclimatología”, una disciplina que sirve para analizar los cambios climáticos y daños habidos en el planeta, que nos servirá para encontrar otras soluciones de salvación.