Sacarse los “trapitos al sol” fue lo que hicieron ayer sindicalistas y el rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en el primer día del paro docente y en la asamblea informativa que presidió Iván Grullón, mientras que un promedio de 190 mil estudiantes están afectados por el retraso de inicio de las clases.
Sin tomar en cuenta el derecho de los estudiantes, gremialistas y autoridades se atacan mutuamente, hablan de diálogo y se defiendeN desde su posición, pero no conversan.
Grullón reveló que el presidente de Faprouasd, Santiago Guillermo, devenga un salario superior al de un decano, porque recibe RD$71,652 por docencia exonerado; RD$30,208 por clases impartidas; RD$40, 000 de viáticos y RD$20,000 de incentivos, lo que, sumado, da un total de RD$161, 860 de sueldo.
Guillermo dice que el rector puede obtener los recursos que requieren para aumentarles los sueldos a sus pares si dejara de pagar asesorías.
“Le hemos propuesto (al rector) salida que responde a las prioridades más urgentes con los 550 millones de pesos que nos pusieron en el presupuesto, sin embargo él no quiere sentarse y dar explicación de cómo podemos utilizar esos recursos para responder a las demandas reivindicativas”, señala Santiago.
A pesar del paro, decenas de estudiantes acudieron al campus universitario, unos para confirmar la falta de docencia y otros para ubicar las facultades y aulas donde le asignaron las clases.
Anthony Montero, estudiante de medicina, dijo que él recibió clase a las 7:00 a.m. Él, al igual que Anderson Almonte y Nicolás Rivas, desaprueba la huelga, porque eso retrasa sus formaciones profesionales y prolonga su estadía universitaria.
“Se critican las asesorías, pero son fundamentales para instituciones como ésta”, es la respuesta de Grullón.
El rector pidió un compás de espera a los profesores, a quienes recordó que están luchando con un gobierno que tiene todos los poderes del Estado, por lo que no se niega a la lucha, pero con docencia.
Faprouasd ubicó en la calle Alma Máter, dentro del campus, frente a la biblioteca Pedro Mir, una carpa y varias sillas, lo que han denominado su centro de comando.