Por: LILLIAM OVIEDO.
El sector que segó la vida de Orlando Martínez, hoy pretende borrar su influencia, y es preciso echarlo al lodo junto con su proyecto, resistirse a sepultar la honradez y la identificación con las mayorías.
SANTO DOMINGO, 17 marzo, 2014.- Para rendir homenaje a Orlando Martínez, es preciso denunciar que los poderes fácticos recurren al pacto de impunidad para articular el proyecto electorero de cara a las elecciones del año 2016. Eso explica la reciente visita a la Fundación Global (donde se concentra una parte del botín obtenido mediante el saqueo al Estado y otras sucias prácticas) del Nuncio Apostólico Joseph Okolo.
La sentencia 168-13, con el involucramiento inocultable del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, es pesada carga para la Iglesia, y el Nuncio Apostólico (quien, además sustituye a un pederasta vergonzosamente protegido) tiene que fijar una posición contraria al fomento de la apatridia por el gobierno.
A pesar de eso, el Nuncio interviene para evitar la aniquilación política de Leonel Fernández, llamado a ser una figura de enorme importancia en la “fiesta” electorera.
Como representante del poder permanente, Okolo no puede evadir esta tarea.
La anunciada visita del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, estaba dirigida al mismo propósito, pero se consideró innecesaria por el momento.
Los grandes medios de comunicación están comprometidos a ocultar esta realidad y a no permitir en sus páginas o en sus espacios de radio y televisión pronunciamientos de este tipo.
Se hace necesario mencionar el nombre de Orlando Martínez en este momento.
UN SÍMBOLO
El 17 de marzo de 1975, los sicarios con uniforme que asesinaron al periodista, actuaron por encargo de un sector que decidió castigar la denuncia responsable y el ejercicio comprometido del periodismo.
El neobalaguerismo pretende hoy borrar la culpa de un gobernante cuyo liderazgo en ese sector era indiscutible, porque él había contribuido a mantenerlo articulado después de la muerte del dictador Rafael Leonidas Trujillo, y le había dado protagonismo en la sociedad amparando la impunidad de sus acciones.
No ayudan a fortalecer los argumentos de los balagueristas de nuevo y de viejo cuño los esfuerzos que hizo el propio Joaquín Balaguer por liberarse del costo político y de la condena social.
Utilizó su autoridad y su condición de jefe del sistema de partidos para impedir que representantes de la Justicia y del Ministerio Público llegaran a su casa.
Es inocultable que protegió con su influencia al general retirado Salvador Lluberes Montás (alias Chinino), logrando separar su nombre del expediente bajo el alegato de que no estaba en condiciones de declarar (el juicio fue entre los años 1998 y 2000 y Lluberes Montás está vivo, de modo que no era paciente terminal como se hizo creer).
Desglosando el expediente (fue la palabra que se utilizó), se rompió el vínculo que habría de conducir a sentar en el banquillo figuras como los generales retirados Enrique Pérez y Pérez y Ramón Emilio Jiménez Reyes.
Así, por un crimen de Estado, fueron juzgados solo los ejecutores directos (el difunto exgeneral Joaquín Pou Castro y sus servidores Mariano Durán Cabrera, Rafael Alfredo Lluberes Ricart y Luis Emilio De La Rosa).
Infeliz como estas acciones es la infamante “página en blanco” en las memorias de Balaguer, la cual, según el déspota, deberá llenarse con los nombres de los autores materiales e intelectuales de Orlando Martínez. Hace casi doce años que él murió, y la página sigue en blanco.
Página y acciones, lejos de apoyar la argumentación de quienes quieren lavar la imagen de Balaguer, confirman su responsabilidad y contribuyen a convertirla, efectivamente, en culpa.
LOS CONTINUADORES DEL DESPOTISMO
Todo lo que se hizo después del juicio en primera instancia que culminó en el año 2000 con una condena a 30 años para los autores materiales conocidos, fue dirigido a reducir la condena. El sistema político tenía una deuda con los condenados, quienes cumplieron órdenes superiores.
La anulación de la condena en primera instancia y la posterior reducción del número de años en prisión, resultaron de gestiones diversas, pero los máximos representantes del sistema político estuvieron de acuerdo en no convocar a Chinino.
Hipólito Mejía llegó a llamarlo hermano, Leonel Fernández y Danilo Medina lo saludan en privado, y los representantes de la Justicia y del Ministerio Público se han montado en la ola de impunidad que cubre este y otros casos.
El operativo montado en 1975 para asesinar a Orlando Martínez tuvo como coordinador al difunto exgeneral Isidoro Martínez, que iba en un vehículo conducido por un chofer. Los autores materiales viajaban en un Datsun 120, que vino al país exonerado para el Partido Reformista, y estaba asignado al A-2, organismo de inteligencia de la Fuerza Aérea.
El Partido Reformista, maquinaria electoral formada por Balaguer para eternizarse en la Presidencia de la República, hizo su aporte a ese operativo criminal.
Hoy, el Partido Revolucionario Dominicano y el Partido de la Liberación Dominicana, organizaciones que tuvieron en sus orígenes mayor vinculación con el pueblo que el despedazado Partido Reformista, pero no se desarrollaron como partidos sino como maquinarias de saqueo y clientelismo, colaboran con la muerte (a golpe de corrupción, soborno y contubernio) del ejercicio honrado y comprometido del periodismo.
Lo hacen para seguir disfrazando la ilegitimidad, para mantener vigente el acuerdo de impunidad como parte del pacto de clase, para seguir entregando el gran capital los recursos naturales y decir que lo hacen en nombre del progreso, para seguir lamiendo la bota yanqui en nombre de las buenas relaciones.
En homenaje a Orlando Martínez, hay que levantar la bandera de la honradez, de la lucha por la soberanía y del compromiso con el pueblo.
El sector que segó la vida de Orlando Martínez, hoy pretende borrar su influencia, y es preciso echarlo al lodo junto con su proyecto, resistirse a sepultar la honradez y la identificación con las mayorías.
Hace más de 60 años, Bertolt Brech escribió unos versos con los cuales bien pueden ser descritas voces y plumas pagadas hoy: “La voz que les manda/ es la voz de su enemigo. / Quien habla del enemigo, / él mismo es enemigo”…