Al ser repatriado por la Patrulla Fronteriza apenas 48 horas después de intentar cruzar indocumentado para huir de la violencia por el desierto de Arizona, EEUU lo deja con dos opciones: regresar al pueblo del que huyó tras ver a su amigo descuartizado debajo de un mezquite o intentar cruzar de nuevo aunque con pocas posibilidades de lograrlo y muchas para convertirse en traficante de drogas e indocumentados. Esteban arriesga el segundo.
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“Los grupos criminales que controlan el negocio del cruce fronterizo reclutan a estos jóvenes porque saben que serán deportados. Los adultos serían tratados como narcotraficantes”, alerta el reciente estudio de WOLA “Olvidados en la Frontera”.
La organización busca concientizar a los gobiernos de Estados Unidos y México de la urgencia de replantear la ley que impide a los niños mexicanos no acompañados detenidos por la Patrulla Fronteriza ser transferidos a la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR), una rama del Departamento de Salud y Servicios Humanos donde los menores extranjeros que denuncian ser víctimas de violencia o trata, reciben cobijo y asesoramiento legal como ocurrió el año pasado con más de 50,000 centroamericanos.
“Los niños mexicanos no deberían ser procesados de forma diferente sólo porque son de un país vecino”, sostiene Maureen Meyer, coordinadora del programa México de WOLA.
Niños de circuito
El año fiscal 2014, EEUU repatrió a 15,634 menores mexicanos.
La falta de sensibilidad sobre la violencia que viven los jóvenes mexicanos se refleja en cifras concretas: en 2013 de los 17,000 niños detenidos por la Patrulla Fronteriza, sólo 765 fueron enviados a ORR, reconoció ante WOLA Sandra Mendoza, funcionaria de la cancillería mexicana.
En cambio, alrededor de 4,960 jovencitos menores de 18 años repatriados en 2014 fueron catalogados como “niños de circuito”, es decir chicos que son deportados varias veceshasta caer en manos de redes del crimen organizado que los usa como carne de cañón.
“Estos jóvenes son responsables de traficar a miles de inmigrantes ilegales y grandes cantidades de narcóticos”, afirma WOLA.
En el estudio, la organización indica que las autoridades de ambos lados de la frontera“son muy conscientes” de las actividades de los “niños de circuito” e incluso afirma que se enteró de que “personal de algunos albergues patrocinados por el gobierno han recibido instrucciones de dejarlos pasar libremente para evitar represalias de los grupos criminales locales.
“La realidad es que ahora no existe ningún programa eficaz en ningún lado de la frontera capaz de ayudarlos a salir de este círculo de violencia que viven”, reporta WOLA,