La próxima vez que te quejes por estar atorado en el tránsito piensa en los conductores de Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, cuyo tráfico es uno de los más congestionados del mundo.
Así que no te quejes. Sólo conduce.
Si algo nos enseñó el cine o las canciones de Bruce Springsteen es que “no hay nada más libre que la carretera”.
¿Tiene razón Springsteen?
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No si se considera la serie de tecnologías que terminan controlando tu trayecto.
Y eso mismo se aplica a los traslados en tren o en barco.
Así que bienvenido al oculto mundo que controla tu infraestructura de transporte: un mundo cada vez más sofisticado.
“Olas verdes”
Algunas de las técnicas de gestión del transporte más sutiles parecen incluso mitos urbanos, pero son reales.
Es el ejemplo de la “ola verde”.

Ésta tiene lugar cuando todos los semáforos de la ciudad se ponen en verde a medida que te acercas a ellos con tu coche, ofreciéndote así una carretera sin obstáculos.
Hoy se han vuelto más sofisticadas, con sistemas que permiten sincronizar los semáforos cuando sea ventajoso y seguro hacerlo.
Y esto no se limita a los coches.
En Copenhage, la capital de Dinamarca, se aplica la ola verde también para los ciclistas.
Lo que hace esto posible es un rastreo más exacto de los vehículos a tiempo real.
En Reino Unido, por ejemplo, unos sensores colocados en las carreteras permiten conocer cuán congestionadas están las rutas.
Este sistema, conocido como Detección de Incidentes en Carretera y Señalización Automática (Midas, por sus siglas en inglés), cuenta el número de vehículos que circulan por la pista a tiempo real.
Cuando el volumen de coches es alto pone en marcha señales que limitan la velocidad, obligando a estos a circular más lento y con una menor distancia entre ellos. Así logra que se aproveche al máximo la capacidad de la carretera.
También lo hace como medida preventiva, para evitar posibles casos de congestión extrema. Es por eso que a veces, aunque el tráfico parezca fluido, las señales obligan a aminorar la marcha.

Y una tecnología similar se utiliza en ciudades y pueblos para controlar las señales de tráfico para determinados tipos de vehículos, especialmente en carriles para autobuses.
Nick Hounsell, de la Universidad de Southampton en Inglaterra, un experto en la investigación del transporte, dice que las dinámicas del tráfico son increíblemente sensibles, por lo que estos sistemas pseudointeligentes resultan muy útiles.
Como ejemplo, el investigador habla del “efecto mariposa”.
Según éste, una repentina reducción de la marcha, incluso algo tan simple como un frenazo inesperado, puede desencadenar un atasco a gran escala o un accidente.
“Efecto mariposa”
Un frenazo inesperado se transmite como ondas de presión a una velocidad concreta, como cuando al mover la mano desplazamos aire a la velocidad de la mano.
Esas ondas se hacen llamar de choque.
“Cuando se forma la onda de choque lo que se consigue es un tráfico estacionario”, explica Hounsell, el experto en transporte.
“Esa onda se desplaza, por lo que la probabilidad de que ocurra una colisión es alta”.
Una causa clásica de estas ondas es la curiosidad.