La Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en Licey, vivió el sábado 15 de noviembre una jornada sin precedentes con la celebración del Primer Congreso Juvenil Josué Rodríguez: Jóvenes Llamas de Esperanza, bajo el lema “Encendamos el fuego”. Más de 250 jóvenes y más de 70 servidores provenientes de las distintas comunidades de Uveral, El Tabuco, Borojoi, El Carmen, Masú, Licey Arriba, El Coco, El Puente, San Pedro, Licey Centro, La Reina, San José, El Liceo, Escuela Blanca Mascaró, Escuela Ramón López y otras, se unieron para vivir un día completo de formación, espiritualidad y fraternidad, reconocido ya como un acontecimiento histórico para la vida parroquial.
El congreso nació del sueño del joven Josué Rodríguez, fallecido el pasado 2 de junio, quien anhelaba ver integradas, motivadas y fortalecidas las comunidades juveniles de la parroquia. Ese deseo se convirtió en motor de todo el evento y estuvo muy presente durante el homenaje oficial donde se proyectó el documental “Josué Rodríguez: Una llama de esperanza para las comunidades juveniles”. Las lágrimas, el silencio respetuoso y la gratitud expresada por los jóvenes y servidores dejaron claro que su legado continúa encendiendo corazones.
La mañana inició con un rally juvenil y dinámicas que despertaron entusiasmo y unidad entre los participantes. Luego, el diácono Juan de Jesús ofreció la primera charla, invitando a reflexionar sobre la misericordia de Dios y el propósito personal desde la fe. Su mensaje preparó el espíritu de los jóvenes para el resto de la jornada.
Tras esa enseñanza, se desarrolló el coloquio juvenil, dirigido por Renzo Peña, Cirilo Santos, Juli Núñez y las Hijas de Jesús, bajo el lema “Así somos los jóvenes”. Este espacio de diálogo abierto permitió que muchos participantes expresaran sus inquietudes, compartieran experiencias personales y se sintieran escuchados en un ambiente de confianza. Fue un momento donde la voz juvenil brilló con autenticidad, mostrando sus retos, sus esperanzas y su deseo de vivir la fe con libertad y responsabilidad. El coloquio se convirtió en uno de los espacios de mayor desahogo emocional y sentido de pertenencia para los jóvenes presentes.
Uno de los momentos más intensos se vivió durante la Adoración al Santísimo, expuesta por el diácono Ignacio Taveras y retirada por el padre Edwin Alonso. La oración silenciosa, el ambiente recogido y las lágrimas espontáneas convirtieron este espacio en un encuentro profundo con Dios. Tras ese momento de profunda intimidad espiritual, la jornada tomó un giro lleno de alegría: el padre Edwin, fiel a su estilo cercano y profundamente pastoral, se integró con entusiasmo a las dinámicas juveniles. Corrió, bailó, brincó y compartió con todos, demostrando que la fe también se vive desde la alegría y la cercanía.
En horas de la tarde se desarrolló el panel “La esperanza del joven como ente social”, moderado por Juan Pablo Jiménez y Ronald Taveras, con la participación del padre Elvin Domínguez, del alcalde Víctor Bretón, de Jorge Abinader, de Karina Cabrera y de la psicóloga Nieves Castillo. Antes de iniciar, Juan Pablo dirigió a los jóvenes un mensaje que marcó el espíritu del panel: “Ustedes son la llama de la esperanza; ahora les toca poner a arder al pueblo de Licey”. Los panelistas abordaron temas sobre el rol social del joven, su desarrollo espiritual, los desafíos actuales y la importancia de construir entornos que acompañen su crecimiento. Las reflexiones motivaron a los participantes a asumir un compromiso activo en sus comunidades.
Posteriormente, la intervención de Jesús Yesenia, de las Siervas de Cristo Resucitado, condujo a un momento de oración profunda y sanación interior. Su mensaje tocó fibras sensibles, animando a los jóvenes a encontrarse con Dios desde la verdad de sus historias y la necesidad de reconciliación personal.
La animación musical estuvo a cargo de Yohan Rosario, quien interpretó el himno oficial del evento, “Joven, ven, ven”, acompañando cada momento con entusiasmo y espiritualidad.
La misa de clausura, presidida por el párroco reverendo Ignacio Francisco, cerró la jornada con un mensaje claro sobre la disciplina, el trabajo pastoral y el compromiso comunitario. Exhortó a los padres a sostener los frutos espirituales que sus hijos habían recibido, recordando que la misión de formar jóvenes en la fe es compartida entre la parroquia y las familias.
Finalmente, en el acto de cierre, una comisión formada por Anajenely Guzmán, Yesenia Cabrera, Alondra y Adriana Severino, junto a Ronald Taveras, expresó el agradecimiento a Dios, a los servidores y a cada joven presente. Ronald concluyó citando: “Siervos inútiles somos; solamente hicimos lo que teníamos que hacer”, una frase que dejó un eco de humildad y servicio entre todos.
El Primer Congreso Juvenil Josué Rodríguez no solo cumplió su propósito: lo superó ampliamente. El sueño de Josué se hizo realidad, las comunidades juveniles se unieron como nunca antes, la fe de los jóvenes se renovó y la parroquia vivió una jornada que quedará grabada en la memoria colectiva. Ese 15 de noviembre se encendió un fuego que promete seguir ardiendo en la vida de la parroquia y en el corazón de toda la comunidad.




