POR RAMON MARTINEZ
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NUEVA YORK.- Fruto de las normales y muy rentables inversiones, Leonel Fernández Reyna, deja importantes partes del país con signos de hermosura o “progreso”.
Sin embargo, como en el año dos mil, (2000) Fernández Reyna, abandona una casa de gobierno como la novia bien maquillada que tiene un progresivo y maligno cáncer.
Como en su primer período gubernamental el presidente del Partido de la Liberación Dominicana casi deja un país marcado por grandes desigualdades sociales, con abismales diferencias estructurales entre sus diversas localidades y con un incremento de los problemas nacionales que amenazan con diezmar a la familia o a las personas que aman la paz.
Para completar dice “adios” a un pueblo que se mueve en medio de una gran crisis económica, de graves actos de corrupcción, de un incremento de la delincuencia, el narcotráfico, el nespotísmo y de un galopante sistema de inmoradlidad en donde a cambio del poder económico o político se puede hacer de todo.
Cierto que ha habido estabilidad económica, pero esto se ha observado en base al constreñimiento económico de muchos sectores que prefieren ver cosas, antes que decir lo malo que se han estado sintiendo por la falta de dinero o espacio para crear empleos.
Por no decir ninguno, pocos sectores que han sido favorecidos por Leonel Fernández Reyna, se atreven a decir que en los últimos ocho años se ha manejado recursos para que el sistema productivo, energético, educativo o de salud hayan experimentado los avances que espera sociedad.
A pesar de que se marcha con una “gran aceptación” -endosada por muchos de los que recibieron numerosos beneficios de su gestión- Leonel Fernández Reyna deja una deuda externa que de acuerdo a los estimados ronda los 25 mil millones de dólares, un déficit fiscal que superan los 75 mil millones de pesos y para completar una deuda interna cuyo momento es desconocido por la mayoría de ciudadanos y ciudadanas que religiosamente pagan sus impuestos.
Esto no incluye la funesta herencia que significa el galopante grado de inseguridad, el crecimiento del narcotráfico, la delincuencia, el crímen, el desempleo y los numerosos actos de escándalos de corrupción, ocultados o minimizados -no en su totalidad – por el gran andamiaje propagandístico que en base al soborno, a las nominillas o el pago de publicidad, puso en marcha desde que llegó el 16 de agosto del 2004.
Es problable, es más es inevitable, que Medina tenga que lidiar con los “platos rotos” de Leonel quien será visto como el único salvador del país, no como uno de los presidentes que más problemas ha dejado al pueblo y a sus sustitutos.
En fin es casi seguro, que antes del 2016, muchos – los que se quedaron fueran de la nómina y los que nunca han sido tomados en cuentra por el gobierno- esten presionando porque vuelva el presidente que llevó la deuda externa de unos diez mil a más de 20 mil millones de dólares, que permitió que el narcotráfico creciera por doquier, que la corrupcción aumentara de manera vergonzosa y que los delincuentes asumieran el control de la geografia nacional y la paz de las familias dominicanas.