Varios gobiernos de América Latina manifestaron su esperanza de seguir manteniendo lazos estratégicos con Washington tras la asunción de Donald Trump, un magnate inmobiliario y político poco ortodoxo que suscita preocupación por su discurso anti-inmigrante y proteccionista.
Por su parte, el presidente panameño Juan Carlos Varela aspira, igualmente, a mantener una relación cordial y de colaboración con Estados Unidos, el principal usuario del Canal de Panamá y más importante socio comercial de la nación centroamericana. “Somos socios estratégicos, Estado a Estado, gobierno a gobierno”, destacó Varela. Panamá desea “jugar un papel de buscar la unión, el consenso”.
México está a la expectativa de las medidas que pueda tomar el mandatario estadounidense desde el primer día, ya que en campaña prometió levantar un muro a lo largo de la frontera común y acabar con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.
El presidente mexicano Enrique Peña Nieto felicitó a Trump y subrayó en redes sociales que buscará un diálogo respetuoso con el nuevo mandatario en beneficio de México. “La soberanía, el interés nacional y la protección de los mexicanos guiarán la relación con el nuevo gobierno de Estados Unidos”, escribió.
“Es lógico que el gobierno mexicano esté dispuesto a buscar formas de trabajar con Trump, hay tanto en juego en la relación bilateral”, planteó a The Associated Press Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un foro de discusión con sede en Washington.
“Pero no será fácil identificar terreno común, dado la opinión pública en México después de la retórica tan ofensiva del ahora presidente norteamericano”.
Tras asumir Trump no varió su retórica: dejó en claro que su administración trabajará con un enfoque aislacionista. “Cada decisión sobre comercio, impuestos, inmigración o relaciones internacionales se tomará para beneficio de los trabajadores estadounidenses y las familias estadounidenses”, dijo.
“Debemos proteger nuestras fronteras de los abusos de otros países, que fabrican nuestros productos, roban a nuestras empresas y destruyen nuestros empleos”.
El presidente colombiano Juan Manuel Santos elogió y agradeció a Obama en varios tuits por haber mantenido una relación estrecha y llevarla a su mejor nivel, pero también expresó su interés en mantener esa línea con el gobierno entrante. Consideró, además, que los intereses estratégicos de Estados Unidos están al sur del Río Grande: desde México hacia abajo del continente.
Colombia ha sido el mayor receptor de la ayuda estadounidense en América Latina con unos 10.000 millones de dólares en los últimos 15 años y ambos países han impulsado una estrategia con apoyo bipartidista para el combate de las drogas, que tiene como uno de sus mercados el de la potencia del Norte.
En Argentina, la canciller Susana Malcorra manifestó en Twitter que se inicia una nueva etapa en Estados Unidos. “Trabajemos juntos para profundizar nuestro vínculo buscando oportunidades para nuestros pueblos”.
El presidente argentino Mauricio Macri había expresado su preferencia por Hilary Clinton al estimar que un triunfo del magante iba a suponer un mayor proteccionismo comercial en Estados Unidos.
Millares de organizaciones de izquierda marcharon hacia la embajada estadounidense en Buenos Aires para repudiar el inicio del nuevo ciclo político en Estados Unidos al grito de “alerta, alerta que camina el anti-imperialismo por las calles de Argentina”.
Los manifestantes quemaron una bandera estadounidense ante la atenta mirada de una nutrida guardia que custodiaba la sede diplomática.
El presidente boliviano Evo Morales —un férreo crítico de Washington y uno de los primeros líderes de la región en referirse el viernes a la asunción de Trump— expresó en las redes sociales su esperanza de restablecer las relaciones con el nuevo gobierno estadounidense “respetando la soberanía y dignidad de nuestros pueblos”.
“íOjalá! con el nuevo presidente en Estados Unidos terminen las intervenciones y las bases militares en el mundo para garantizar la paz con justicia social”, agregó Morales.
Las relaciones entre ambos países se vieron afectadas después de que Morales expulsó en 2008 al embajador estadounidense en La Paz y Washington hizo lo propio con el diplomático boliviano en reciprocidad. Dos meses después, Morales echó del país a la agencia antidrogas estadounidense DEA y más tarde a la agencia de cooperación USAID por sospechas de intromisión en asuntos internos de Bolivia.
En los últimos ocho años Washington ha calificado de insuficientes los esfuerzos de Bolivia en la lucha contra las drogas. El gobierno de Obama y el de Morales intentaron en varias ocasiones relanzar las relaciones llegando a redactar un acuerdo, pero sin más avances.
En Venezuela, el ministro de Comunicaciones e Información Ernesto Villegas señaló en redes sociales que “todas las naciones tienen derecho a regir su propio destino”, en referencia a los planteamientos de Trump de que se dedicará a resolver los problemas de los estadounidenses.
Por su parte, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha reiterado que quiere las mejores relaciones con el gobierno estadounidense sobre la base del respeto a la soberanía y los asuntos internos. También ha dicho que “no se adelantará a los hechos” respecto a la futura relación de su gobierno con Trump.