PERSPECTIVA: Cuando Danilo Medina cumplió apenas 29 días de llegar a la Presidencia de la República, en el 2012, sorprendió a todos al realizar su primera visita sorpresa al barrio de La Barquita, donde predominaban las casuchas desvencijadas, callejones, caminos en malas condiciones.
Se trataba de uno de los sectores de mayores calamidades humanas, donde predominaban el rostro de la desigualdad y la pobreza, a lo que se agregaba la incertidumbre del drama que generaban las crecidas del contaminado río Ozama en las temporadas de lluvias, inundando hogares, provocando accidentes vinculados a la maleza de un tendido eléctrico desorganizado en las viviendas. A este cuadro se le se sumaban enfermedades mortales como resultado de esas crecidas del contaminado afluente y del contacto de los niños con las aguas sucias.
Esa visita generó múltiples elogios y aplausos por que se convertía en una gran esperanza para el futuro de la vida de ancianos, niños, mujeres y jóvenes de todas las edades que malvivían asustados, nerviosos, pues fueron muchos los momentos de angustia que padecieron, corriendo despavoridos ante la calamidad y el riesgo de morir en una de esas inundaciones.
Todo fue algarabía al anunciarse la construcción de 1,620 viviendas para los pobres, lo cual era una alternativa para trasladar de esa zona de riesgos a más de 5,500 moradores que ocupan esas áreas de alta vulnerabilidad del sector de La Barquita en Santo Domingo Este que no podían vivir de manera decente
Es así como 5,500 personas residentes en los sectores La Barquita, La Barquita de Sabana Perdida y Los Arreguindaos recibían la gran noticia de que llegaba el momento de superar el drama de las constantes inundaciones de sus casas con la riada del Ozama, al adquirir viviendas dignas y seguras.
Todo parecía una novedad, el inicio de una política social agresiva y solidaria, razón por la cual se hizo un despliegue noticioso que hacía pensar que se trataba de un gesto de solidaridad. Sin embargo, a partir de ese evento se repitieron otros contactos con la población que llamaban a la atención y la respuesta del Gobierno fue que eso se denominaría visita sorpresa.
El ensayo abrió las puertas para que Danilo Medina descubriera cómo se conseguían aplausos y aprobación, por parte de la población, mediante el acercamiento para el asistencialismo de corto plazo de cuestiones muy sensibles. Sin embargo, esas atenuantes son insuficientes para enfrentar un problema tan arraigado y estructural como es el tema de la pobreza, pero en el Gobierno se estructuró toda una estrategia para proyectar a Medina como el redendor de los pobres, de tal magnitud que en múltiples escenarios el discurso del presidente fue de que la pobreza se redujo en 24.4% para el 2018 con respecto a 2012, y lo dijo sin inmutarse y se lo creyó.
Una ojeada detenida a la metodología utilizada para medir los niveles de pobreza monetaria, hasta el 2018, muestra dos componentes relevantes como son el efecto crecimiento, expresado por el cambio en el ingreso real per cápita, y el efecto distribución, medido a través del cambio en el Índice de Gini. Por el lado del factor explicativo lo más importante de la reducción de la pobreza desde 2012 es el aumento del ingreso real per cápita, específicamente del ingreso laboral; y en menor medida, el efecto distribución.
A la luz de la razón, si se pondera la incidencia de los ingresos no laborales, como son las remesas, donaciones y otros, entonces, el peso específico de éste en la reducción de la pobreza no fue tan relevante. Pero más aún, si se pondera la reducción de la pobreza rural se encuentra una situación de igual comportamiento, aunque se puede asumir que el aumento de la desigualdad en el período 2012- 2016 en la zona rural tuvo un efecto negativo de mayor impacto que lo sucedido en la zona urbana, fruto de que ya se observa una plataforma de política social heredada del periodo anterior, lo que significa que Danilo Medina sobredimensionó el efecto de sus visitas sorpresa.
Durante el periodo 2012-2016 el presidente Medina realizó 154 visitas sorpresa, las cuales se convirtieron en su agenda electoral que permitió comprobar lo que siempre había negado, es decir, forzar la reforma constitucional del 2015 e imponer su reelección. Danilo promovió su figura con intenciones electoreras disfrazadas con las visitas sorpresa y acciones cortoplacistas muy bien planificadas con objetivos fríamente calculados.
Para el cuatrienio 2016-2020, el otrora presidente Medina impulsa una segunda ola de visitas sorpresa de 136 que le permitió acumular un total de 290 visitas que de sorpresas nada tenían y para lo cual se destinó la temible suma de RD$ 64,203,530,190, monto este que nunca fue auditado.
Las visitas no gozaron de transparencia ante la opinión pública ya que todo se hacía sin la presencia de los medios de comunicación para darle seguimiento, y solo se enviaban notas de relaciones públicas para ocultar la realidad de lo que ocurría.
Las visitas de Medina no perseguían una política social sustentable para alivianar la pobreza, sino que se convirtieron en el desarrollo de una agenda proselitista durante 8 años y cuya finalidad era impulsar una nueva quiebra al texto constitucional, razón por el cual en el 2018 el danilato tuvo el coraje de publicar un libro con un recuento de todas las visitas sorpresa, haciendo culto a la personalidad con imágenes de buena pose.
Las visitas sorpresa fueron un total fracaso porque se sustentaron en propósitos electoreros, y que no trascenderán más allá del danilato, que no serán referentes de una agenda hacia el desarrollo, en definitiva, se trata de un gran fraude realizado mediante intenciones falsas para convencer de la existencia de bondades fantasmas y de créditos no supervisados de recuperación dudosa.
https://elcorreo.do/las-visitas-sorpresa-la-gran-estafa-del-danilato/