El cofundador de Facebook tal vez sea una superestrella del mundo digital, pero le faltan habilidades humanas.
Esto es lo que aprendió Mark Zuckerberg en su viaje a través de 30 estados de EEUU: hay una profunda polarización y el país padece de una crisis opioide. ¡Qué sorpresa! Sin embargo, no debería criticar demasiado al Sr. Zuckerberg por sus observaciones obvias. Algunas personas son muy hábiles en algunas áreas y no tan hábiles en otras. El Sr. Zuckerberg es una superestrella digital con pocas habilidades humanas.
El cofundador de Facebook no es el primer empresario de Silicon Valley en mostrar su inadecuación política, ni será el último. Pero tal vez sea el más influyente. Él personifica la miopía de las élites costeras de EEUU quienes desean hacerlo bien haciendo el bien.
Cuando se trata de elegir, la parte de “hacer el bien” tiende a olvidarse.
No hay nada de malo en hacerlo bien, especialmente si estás cambiando el mundo. Los innovadores son justamente celebrados. Pero hay un problema al presentar su motivo principal como filantrópico cuando no lo es. El Sr. Zuckerberg es uno de los generadores de ingresos más exitosos de nuestra era. Sin embargo, habla como si fuera un sacerdote episcopal.
“Proteger a nuestra comunidad es más importante que maximizar nuestras ganancias”, dijo el Sr. Zuckerberg este mes después de que Facebook publicara su primer resultado trimestral de ganancias de US$10 mil millones, un incremento interanual de casi 50 por ciento.
Cuando un líder realiza una “gira de escucha” generalmente significa que está vendiendo algo. En el caso de Hillary Clinton, se estaba vendiendo ella misma. En el caso del Sr. Zuckerberg, también se está vendiendo él mismo. El Sr. Zuckerberg hasta hizo un anuncio sorpresa de que iba a cenar con una familia común — al estilo de un dictador soviético cualquiera — junto con su falange de asesores personales que lo acompañaron en el viaje.
Ésta no es la forma en que los estudiosos descubren qué piensan las familias ordinarias. Tampoco es una buena forma de lanzar una campaña política.
Diez meses después de que el Sr. Zuckerberg comenzara su gira, la especulación sobre su postulación a la presidencia ha sido archivada. Di lo quieras de Donald Trump, pero él sabe cómo dar la apariencia de entender a la gente común.
Más concretamente, Facebook se ha convertido en un producto tóxico desde que Trump fue elegido. Las grandes empresas tecnológicas han tomado el lugar de las grandes empresas tabacaleras en Washington. No se trata de si habrá una reacción regulatoria, sino de cuándo y cómo sucederá.
El Sr. Zuckerberg tiene la culpa de todo esto. Después de haber negado que Facebook había desempeñado un papel en la victoria de Trump — o en el rol de Rusia en ayudar a asegurarlo — el Sr. Zuckerberg es el principal blanco de la reacción demócrata. Ahora le está pidiendo a EEUU que crea que puede convertir las noticias de Facebook de una cámara de eco en una plaza pública. El crecimiento de los ingresos ya no es la prioridad. “Nada de eso importa si nuestros servicios se utilizan de una manera que no une a las personas”, dice.
¿Cómo creará esta benévola conversación el Sr. Zuckerberg? Al impulsar las conexiones sociales que sólo puede ofrecer Facebook. De nuevo, ¡qué sorpresa! El Sr. Zuckerberg comparte dos falsas ilusiones comunes con el resto de las nuevas élites económicas de EEUU. Ellos piensan que son buenas personas; de hecho, la mayoría de ellos lo son. El Sr. Zuckerberg parece serlo también. Pero tienden a ocultar su propio interés en el lenguaje correcto. Hablar de valores tiene el beneficio colateral de evitar hablar de riqueza. Si los ricos están dando su dinero a buenas causas, como las escuelas del centro de la ciudad y la investigación de enfermedades, no debemos insistir en los impuestos. El Sr. Zuckerberg no está financiando guerras privadas en África. Él es una buena persona. El hecho de que su empresa no pague casi ningún impuesto es, por lo tanto, irrelevante.
La segunda falsa ilusión de estas nuevas élites es creer que tienen una comprensión más verdadera de los intereses de las personas que los votantes mismos. En algunos casos, eso podría ser cierto. Es difícil ver cómo la abolición de los subsidios a los seguros de salud ayudará a las personas que viven los ‘estados de sobrevuelo’, o entre las dos costas de EEUU. Pero la cuestión esencial es que no importa cuántas veces el Sr. Zuckerberg invoque la magia de las comunidades en línea, sencillamente no puede sustituir a las comunidades reales que se han perdido. Jugar boliche en línea juntos no es una cura para jugar boliche solo en el mundo real.
La próxima vez que el Sr. Zuckerberg quiera destacar las cualidades de Facebook, debería invertir parte de su dinero en un lugar real. Debería estar lejos de cualquiera de las ciudades en auge de EEUU; quizás Youngstown, Ohio. Con los ingresos de un par de días de Facebook, podría entrenar a miles de personas. Incluso podría financiar un periódico para compensar la destrucción del periodismo local por parte de las redes sociales. El efecto podría ser electrizante. Tal ejemplo traería un par de beneficios más. En primer lugar, demostraría que el Sr. Zuckerberg sabe escuchar, en lugar de pretender hacerlo. En segundo lugar, la gente probablemente querrá cenar con él.
Por Edward Luce (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved.