La situación económica de muchas personas que viven en una de las provincias más pobres de República Dominicana no es cosa fácil y se torna peor para las mujeres, debido a que las posibilidades de conseguir un empleo, tener acceso a la tierra y a activos productivos son mucho menores que las de los hombres, según datos recogidos en la Agenda Feminista Dominicana 2014-2020.
Sin embargo, un gran número de mujeres busca la forma de escapar a esa realidad y emprenden pequeños negocios que les facilitan generar ingresos para ayudar en la manutención de sus hogares.
Ese es el caso de Antonia Jiménez Reyes (Sobeida), una mujer del municipio de Tamayo (provincia Bahoruco), quien mediante la venta de pollos a domicilio se ha convertido en la principal generadora de ingresos de su familia.
Sobeida tiene más de 15 años comerciando pollos y gracias a esa actividad económica, aparte de conseguir el sustento de su hogar, logró levantar la humilde casita de madera en la que vive junto a su esposo y sus tres hijos.
En principio, Sobeida y su esposo vendían los pollos en el patio de la casa y según cuenta, ese era un buen negocio.
“Recuerdo que cuando comenzamos, yo y mi esposo vendíamos diariamente hasta tres quintales de pollo (300 libras), después las ventas comenzaron a bajar y se me ocurrió comprar un motor y poner un teléfono para llevarle el pollo a la gente que llame”, comenta la emprendedora mujer.
Gracias a esa innovación, las ventas de su comercio mejoraron, pero no por mucho tiempo.
“Las ventas mejoraron, pues les llevábamos la carne a la gente cuando nos llamaban, pero al poco tiempo comenzaron a abrir puestos de pollo en casi todos los barrios y el negocio volvió a bajar”, recuerda Sobeida.
Dinámica familiar
Sobeida vive en una pequeña casa de madera junto a su esposo Elpidio Vinicio Reyes y sus tres hijos desempleados. Su esposo se dedicaba a la repostería, pero tuvo que dejar esa actividad debido a que el calor de los hornos le estaba causando daño en la vista. Ahora se dedica a pintar casas, sin embargo, este oficio no es muy rentable en ese pueblo. “En diciembre es cuando más aparecen trabajos de pintura, el resto del año tengo que hacer lo que aparezca”, dice Elpidio, quien dice sentirse muy orgulloso de su esposa.
Innovar o retirarse
Ante tal situación, esa comerciante se vio en un dilema: innovarse o retirarse, y como mujer valiente, eligió la primera opción.
Fue entonces cuando se le ocurrió montarle un cajón a su motor rojo en el asiento trasero y convertir las calles de los barrios de Tamayo en su gran mercado.