Por Angel Hernández
Ortega y Gasset dijo en el libro de las Misiones que la educación debe seguir las reglas de la economía de la enseñanza, queriendo decir con ello que a los niños había que enseñarle lo que pueden aprender y lo que es útil para la vida.
Esas palabras de Ortega y Gasset cobran hoy día mayor importancia debido a la gran cantidad de conocimientos que día a día se acumulan y que es imposible asimilar en una o varias vidas. La gestión del conocimiento es hoy uno de los grandes desafíos de las organizaciones y muchas ciencias se han estructurado en torno a la gestión de la enorme cantidad de datos que la sociedad acumula y está en capacidad de producir.
Esa realidad tiene implicaciones para los que diseñan el contenido de la educación y las formas de cómo los alumnos deben entrar en contacto con el saber acumulado. En estos momentos es imposible diseñar una carrera pensando que los egresados tendrán el dominio pleno de los conocimientos acumulados. Por ello, la especialización cobra cada día más importancia. La licenciatura es de carácter general y el postgrado, maestría y doctorado, tienden a procurar la especialización en un dominio o campo especifico del conocimiento. La norma de hoy es saber mucho de una o pocas cosas. El conocimiento más raro, escaso, es el que se paga más caro.
Ante la magnitud de los saberes acumulados las viejas estrategias de aprendizaje basadas en la memorización ya no funcionan. El alumno debe, como bien lo señaló el Informe Delors, aprender a aprender, es decir, desarrollar estrategias que les permitan obtener por sí mismos los conocimientos.
Ya que el conocimiento evoluciona y se acumula muy rápido, las instituciones formadoras deben ir incorporar acciones que permitan a la comunidad académica estar al tanto de los cambios de paradigmas. Este papel lo juega la educación continuada a lo largo de la vida. Ser egresado de una determinada carrera no es una garantía de éxito en un mundo que cambia tan rápido. Debemos estar en la disposición de realizar constantemente adecuaciones en nuestro perfil profesional para hacer frente a las innovaciones que provienen del mundo empresarial, científico y tecnológico.
Esto implica también que en un futuro cercano los egresados de una carrera para ejercer deberán certificar constantemente los conocimientos y habilidades adquiridas durante el desarrollo de su carrera profesional. No será posible vivir para siempre de lo que se aprenda en la universidad. Habrá que cambiar de perfil profesional una o más veces durante la vida útil de los trabajadores. Por ello es importante que la formación de base sea amplia, flexible, adaptable para permitir con mayor facilidad hacer esos cambios y poder asumir las nuevas exigencias de la sociedad.
Los rígidos moldes de formación en los cuales un docente sabelotodo era el centro de atención, da paso a un modelo en el cual la responsabilidad de aprender es del apropio alumno el cual se vale de las diferentes fuentes de distribución de conocimientos a su alcance para lograr las metas de aprendizaje. Es un contexto flexible en donde las fuentes del saber no están en las aulas sino en la sociedad y se poden a disposición de los alumnos por medios diversos, pero eficientes: la internet y los dispositivos móviles que hoy están al alcance de todos y todas.
Es un contexto de democracia en el acceso a la información especializada lo cual crea mayores oportunidades de aprender para los más desposeídos de la riqueza. La escuela es la sociedad misma. Allí todos podemos aprender y enseñar lo que sea de nuestro interés. La escuela sin paredes ni fronteras es ya una realidad al alcance de todos, basta para ello con tener acceso a un dispositivo móvil.
Y esta es la gran revolución educativa del siglo XXI.
La educación de las nuevas generaciones será diferente como diferentes son sus aspiraciones y medios a través de los cuales recibirán los conocimientos. Será una educación centrada en la satisfacción de las necesidades de aprender de las nuevas generaciones. Será una educación flexible, muy flexible donde cada alumno se enfocará en lo importante para él. Y esto supone un gran desafío para los que se dedican a la enseñanza. El docente tradicional, que considera es el universo del conocimiento verá su rol desfallecer ante el impulso de los medios masivos de distribución de conocimientos. Su rol será de facilitador, de mediador entre las necesidades de aprender de los alumnos y la gran disponibilidad de conocimientos en la sociedad.
Las formas de aprender y enseñar están mediadas por las tecnologías. Debemos aprovechar el gran potencial que estas tienen para renovar la escuela, hacerla más moderna, competitiva y basada en los conocimientos más recientes producidos por la humanidad. La gran revolución en la escuela dominicana está supeditada al rol que se le asigne a las tecnologías de la información y la comunicación. Hoy ya es posible que cada niño pueda tener una computadora personal de bajo costo o una tableta donde alojar todo el contenido curricular y los medios didácticos, incluyendo una biblioteca básica, que se sirven de sustento.
El Pacto por Una Educación de Calidad que promueve el Gobierno Dominicano es una gran oportunidad asumir este criterio como política educativa de Estado. Aquí es donde reside el verdadero cambio de rumbo en la educación dominicana de cara a las exigencias del siglo XXI.