La tuberculosis es una antigua enfermedad que sigue produciendo muchas muertes, sobre todo entre los más desfavorecidos. Además, las bacterias que la causan, en algunos casos, se vuelven resistentes a los medicamentos más utilizados. Un experto nos explica las consecuencias de esta enfermedad y qué se puede hacer para combatirla.
“La tuberculosis resistente supone un desafío para la salud pública mundial. En algunos países empobrecidos y con frecuencia muy castigados por el VIH, la incidencia de estas tuberculosis y su letalidad son impresionantes”, detalla Joan Caylá, epidemiólogo experto en esta enfermedad.
Si quienes reciben tratamiento para la enfermedad no toman los medicamentos de manera correcta, “las bacterias de la tuberculosis que todavía estén vivas pueden volverse resistentes a esos medicamentos”, advierten los especialistas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
Incumplir el tratamiento puede dar lugar a que esos medicamentos dejen de ser eficaces para combatir a las bacterias que causan la enfermedad, o lo que es lo mismo, puede provocar una tuberculosis resistente.
“La tuberculosis es una de las diez principales causas de mortalidad en el mundo”, destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se trata de una enfermedad infecciosa causada por el “Mycobacterium tuberculosis”, una bacteria que afecta, sobre todo, a los pulmones.
Cada 24 de marzo se celebra el día mundial contra esta enfermedad, pues fue el 24 de marzo de 1882 cuando el doctor Robert Koch anunció que había descubierto la bacteria causante de la tuberculosis, lo que inició el camino hacia su diagnóstico y cura. Debido a este hallazgo, la bacteria que produce la tuberculosis también se conoce como bacilo de Koch.
Esta enfermedad se contagia a través del aire. “Cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda o escupe, expulsa bacilos tuberculosos al aire. Basta con que una persona inhale unos pocos para quedar infectada”, señala la OMS.
Tuberculosis latente.
Esta entidad estima que una cuarta parte de la población mundial tiene tuberculosis latente, un término que se aplica a quienes han sido infectados por el bacilo, pero todavía no han enfermado ni pueden transmitir la infección.
“Las personas infectadas con el bacilo tuberculoso tienen un riesgo de entre un 5% y un 15% de enfermar de tuberculosis a lo largo de la vida. En cambio, las personas inmunodeprimidas, por ejemplo, las que padecen VIH, desnutrición o diabetes, y los consumidores de tabaco, corren un riesgo mucho mayor de enfermar”, aclara.
Los especialistas de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) indican que la tuberculosis produce la muerte a la mitad de los que no se tratan. No obstante, esta enfermedad tiene cura y se puede prevenir.
En este sentido precisan que, para evitar la transmisión, el enfermo debe cubrirse la boca para toser y estornudar, a ser posible con un pañuelo de papel y desecharlo después de su uso.
“Los primeros días el paciente no debe compartir habitación, tiene que ventilarla a menudo y no permanecer en espacios públicos cerrados”, manifiestan.
Del mismo modo, afirman que el riesgo de contagio disminuye de forma notable desde el inicio del tratamiento y se considera que “un enfermo deja de contagiar al cabo de dos o tres semanas de estar tomando el tratamiento”.
“Es muy importante que las personas con tuberculosis reciban tratamiento, terminen todos sus medicamentos y los tomen exactamente como se les haya indicado. Si dejan de tomarlos antes de lo previsto, pueden volver a enfermar. Si no los toman en la forma correcta, las bacterias de la tuberculosis que todavía estén vivas pueden volverse resistentes a esos medicamentos”, advierten los especialistas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés).
Es decir, incumplir el tratamiento puede dar lugar a que esos medicamentos dejen de ser eficaces para combatir a las bacterias que causan la enfermedad, o lo que es lo mismo, puede provocar una tuberculosis resistente.
Tratar este tipo de tuberculosis es más difícil pues requiere más tiempo y es necesario recurrir a los denominados fármacos de segunda línea, que son más agresivos.
Joan Caylá, jefe del Servicio de Epidemiología de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (noreste de España), explica que la tuberculosis resistente supone una complicación para los pacientes “porque la pauta de tratamiento se alargará y el riesgo de efectos secundarios también aumentará. Para las personas que conviven con estas personas, el riesgo es contagiarse con una forma de tuberculosis complicada”.
El especialista señala que la pauta de tratamiento para las personas con tuberculosis resistente “variará según el patrón de resistencias y los fármacos disponibles en cada país. Algunos de ellos son muy caros y, lamentablemente, en muchos países no están disponibles”, añade.
Grados de la tuberculosis resistente.
El doctor Caylá detalla que en ocasiones se produce tuberculosis resistente a los fármacos cuando las bacterias “ya no son sensibles a uno o más medicamentos de los que se usan para tratar esta vieja enfermedad”.
Puede haber varios grados de resistencias. En este sentido, aclara que la tuberculosis multi-resistente “implica que los dos fármacos antituberculosos principales (rifampicina e isoniacida) no son activos. En cambio, se habla de tuberculosis extensamente resistente cuando, además de ser multiresistente, hay resistencias a quinolinas y a un fármaco inyectable de segunda línea”, precisa.
Asimismo, afirma que las causas de la tuberculosis resistente pueden depender del sistema sanitario y de los pacientes.
El epidemiólogo manifiesta que se deben prescribir siempre las pautas de tratamiento estándar en los casos iniciales de tuberculosis en los que no se sospechen resistencias, “es decir, dos meses con isoniacida, rifampicina, pirazinamida y etambutol, seguidos de cuatro meses con isoniacida y rifampicina”, comenta el especialista.
“Además, en dosis fijas medicamentosas, pues en los dos primeros meses en la misma pastilla están los cuatro fármacos citados, mientras que en los cuatro meses siguientes en cada píldora hay isoniacida y rifampicina”, expone.
“De esta forma, si el paciente abandona el tratamiento, no se generarán resistencias, ya que éstas se producen cuando toma menos fármacos de los prescritos. De hecho, el paciente puede generar resistencias, sobre todo, si toma los fármacos por separado (en pastillas diferentes) y toma menos fármacos de los prescritos”, puntualiza.
Para prevenir la tuberculosis resistente, Caylá destaca la importancia de prescribir pautas de tratamiento correctas y de asegurarse de su cumplimiento.
“En determinados pacientes en los que se sospeche probabilidad de abandono del tratamiento como indigentes, toxicómanos o personas con problemas psiquiátricos, es útil dar el tratamiento de forma directamente observada (el personal sanitario observa cada mañana como el paciente toma el tratamiento), lo que puede hacerse en centros especializados o en el domicilio del paciente”, apunta.
“También es prioritario estudiar los contactos de estas personas para ver si se han contagiado y ofrecerles el tratamiento adecuado”, añade.
El doctor Caylá expone que “las tuberculosis extensamente resistentes también pueden tener buenos resultados, pero en estos casos el tratamiento y el seguimiento es complicado y caro y los efectos adversos son frecuentes”, comenta.
A escala mundial, el experto recalca que es importante garantizar el acceso al diagnóstico y al tratamiento a estos pacientes.
“La tuberculosis resistente supone un desafío para la salud pública mundial. En algunos países empobrecidos y con frecuencia muy castigados por el VIH, la incidencia de estas tuberculosis y su letalidad son impresionantes. Para los programas de tuberculosis de las zonas más afectadas, como África del Sur o Europa del Este, entre otras, es una prioridad a veces frustrante por la incapacidad de los sistemas de salud para controlar estos problemas”, destaca.
Por su parte, la OMS señala que dado “el creciente nivel de globalización, la intensificación de las migraciones transnacionales y el turismo en todo el mundo, ningún país está a salvo de sufrir un brote de tuberculosis multiresistente”.
Por Purificación León.