SANTO DOMINGO. Las enfermedades cardiovasculares y su impacto en la mortalidad de la población mundial representan uno de los principales retos para los actuales sistemas de salud. Con 17.5 millones de muertes en el 2016 atribuibles a este grupo de patologías, llama la atención cómo los países en vía de desarrollo representaron el mayor porcentaje de estas muertes.
Diversos factores que explican la razón de esta mayor mortalidad y el creciente aumento, incluyen la prevalencia de hipertensión arterial, diabetes mellitus, ingesta alta de sal y niveles de stress. Sin dejar atrás, el manejo de entidades como el infarto al miocardio, la insuficiencia cardíaca y problemas valvulares que presentan una disparidad asombrosa entre países subdesarrollados y desarrollados, algo que impacta de manera directa la sobrevivencia del paciente cardiópata. Este aspecto es de especial importancia pues muchas veces resulta subestimado por los expertos, quienes consideran que infraestructura y tecnología no son áreas a destacar en países del tercer mundo.
El problema
El ataque al corazón o infarto es una entidad donde el desarrollo de sistemas de atención efectivos ha disminuido la mortalidad en más de 70% en las últimas tres décadas en países industrializados, esto a pesar de que la incidencia ha permanecido relativamente inalterada. Por otro lado, la insuficiencia cardíaca es otro ejemplo donde la tecnología y las terapias avanzadas (trasplante cardíaco, marcapasos resincronizadores, dispositivos de asistencia ventricular) han impactado la sobrevivencia y calidad de vida de los pacientes a pesar de presentar un aumento constante y progresivo en su incidencia.
El reto
El cómo afrontar los altos costos inherentes a una atención de primer mundo en países pobres constituye un gran reto. El enfoque en una prevención adecuada constituye la herramienta primordial en palear la epidemia de la enfermedad cardiovascular. Sin restarle importancia a este punto, debemos contar con las herramientas necesarias para afrontar la enfermedad establecida (ej. paciente que sufre de fallo cardíaco o con infarto) -. En otras palabras, la combinación de una buena prevención y una excelente atención al problema sería la fórmula ideal para cambiar el pronóstico sombrío de la mortalidad cardiovascular.
Cuando hablamos de atención podemos decir sin lugar a dudas que la República Dominicana ha experimentado en el área cardiovascular importantes avances. En algún momento fuimos líderes de la región en torno a procedimientos de vanguardia. ¡Somos capaces! Y esto lo demuestran hechos como la realización exitosa de un trasplante cardíaco, el constituirnos en el primer país centroamericano y del Caribe en implantar una válvula aórtica percutánea; junto a otros importantes logros que evidencian el potencial para continuar este desarrollo. Debemos cuestionarnos, ¿cuál ha sido la limitante en continuar los avances?, y ¿porqué no contamos en nuestras opciones de servicios con numerosos tratamientos y técnicas establecidas como efectivas para reducir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes?
Nuestra realidad
Indudablemente la implementación progresiva de la ley 87-01 o de Seguridad Social constituye un importante avance en nuestro sistema de salud. La misma le ha permitido a un amplio porcentaje de la población acceso a servicios con los que anteriormente no contaba.
Nuestro sistema está basado en la ejecución de un catálogo de prestaciones en el Plan Básico y a discreción de la aseguradora en los planes complementarios. Si bien la intención es pertinente en cuanto a sostenibilidad del sistema, cuando nos referimos al cuidado del paciente, aunque su vida dependa de un procedimiento demostrado como efectivo, si no está en el catálogo no se cubren los costos. Esto restringe la realización de los mismos a pacientes con seguros internacionales, o con fondos suficientes para cubrir los gastos.
El escaso número de pacientes capaces de realizar procedimientos de alto costo limita la experiencia del personal médico y paramédico, desmotiva su formación o lo que es peor, limita el retorno al país de profesionales con formación actualizada. Un aspecto relevante en cuanto a fuga de cerebros. En adición, la disponibilidad de materiales e inversión tecnológica es afectada, ya que el pobre volumen de casos no justifica la inversión.
La sostenibilidad del sistema ha sido el lema para justificar un régimen donde el precio rige el mercado, limitando la innovación y la medicina de vanguardia. Esto provoca que en la actualidad los procedimientos rutinarios sean realizados por aquellos cuyo precio sea menor. Controles de calidad, métricas de resultados y exigencia de estándares mínimos son variables cuya ausencia amenaza seriamente el desarrollo de nuestra cardiología.
Podemos compararnos con naciones desarrolladas y pudiese sonar utópico, pero la realidad es más compleja. Países comparables al nuestro y en algunos casos con menor capacidad económica presentan estadísticas con resultados superiores al nuestro en términos de número de procedimientos, resultados y aplicación de terapias modernas.
¿Cómo se sentiría usted si luego de costear un seguro durante décadas, en el momento de necesitar un procedimiento del cual su vida depende, éste no se puede realizar por no estar en un “catálogo de servicios”? Esta es la realidad que a diario viven cientos de dominicanos con servicios denegados.
1. Se hace imperante una revisión y modificación del Plan Básico de Salud, y el impacto que una expansión en los servicios cardiovasculares tendría en el mismo. Actualmente junto a un grupo de distinguidos cardiólogos y la presidenta actual de la Sociedad Dominicana de Cardiología nos encontramos en un proceso de revisión de tarifas y servicios en pos de una alternativa humana y sostenible al igual que otros países con seguridad social establecida han logrado.
2. El asegurado dominicano merece tener el mismo derecho que un costarricense, uruguayo, colombiano o de cualquier origen. Este derecho es a una medicina cardiovascular del mayor nivel posible y con los más altos estándares. De no ser así, conseguir solución fuera de nuestro país se mantendrá como la única opción para tratar el problema, permitiendo que siga aumentando la brecha entre los que tienen y los que no.
3. El desarrollo de nuestra medicina y el área que me ocupa requiere de un cambio de visión hacia el sistema de salud. Debemos mantener una actualización periódica de nuestros servicios, garantizando su costo-efectividad, monitoreo de resultados a nivel nacional, pero, sobre todo, una visión dirigida a mejorar el régimen en su totalidad no solo su viabilidad económica.