La octogenaria reina Isabel II cumple mañana los 60 años de su suntuosa coronación, aunque este aniversario no será conmemorado con el esplendor y los festejos populares que marcaron el año pasado su Jubileo de Diamantes.
No obstante, y como prueba de que la Reina es la mujer más admirada del país, las calles de Londres ya están adornadas con banderines que llevan el número 60 y la imagen de una gran corona, en recuerdo de aquel frío y húmedo 2 de junio de 1953, cuando Isabel II fue coronada en la Abadía de Westminster, casi dieciséis meses después de haber sucedido a su padre, el rey Jorge VI.
Esta vez, la soberana, de 87 años y que aparentemente goza de buena salud, tiene previsto pasar el domingo en el castillo de Windsor, a las afueras de Londres, junto a su familia.
El martes 4 de junio, la familia real, políticos y 2.000 invitados arroparán a la Reina en el servicio religioso que oficiará en su honor el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en el mismo templo anglicano donde fue coronada.
Con motivo de la efeméride, Correos británicos ha emitido una serie de seis sellos postales con los retratos más famosos de Isabel II, entre ellos el último que ha realizado la artista Nicky Phillips, que la ha dibujado con pendientes, collar de perlas y ataviada con la gran capa de la prestigiosa Orden de la Jarretera.
Uno de los eventos más importantes será un festival que se celebrará el próximo julio en los jardines del Palacio de Buckingham, donde se reunirán representantes de más de 200 compañías que disponen de la Real Cédula y que le suministran a la Reina los mejores y más selectivos productos del país.
Este “Festival de la Coronación” estará abierto al público, que podrá comprar durante cuatro días todo tipo de productos, como té, mermeladas o galletas, las mismas que consume la soberana.
A finales de julio, cuando Isabel II comienza sus vacaciones de verano, habrá una exposición en el Palacio de Buckingham con la ropa y las joyas que llevó el día de su coronación.
El tiempo casi otoñal de estos días en el Reino Unido se asemeja al del 2 de junio de 1953, cuando la Reina entró en la abadía acompañada por su marido, el duque de Edimburgo, para una coronación que por primera vez fue emitida en directo por la cadena BBC, un evento seguido por millones de personas en todo el país.
Aunque por entonces el Reino Unido salía poco a poco de la devastación sufrida durante la II Guerra Mundial, los británicos salieron a la calle y muchos pernoctaron al aire libre la noche anterior para ver de cerca la lujosa carroza de Estado que llevaba a la Reina desde el Palacio de Buckingham hacia la abadía.
Este estallido popular de alegría era una forma de agradecerle su compromiso de servir toda su vida -“ya sea corta o larga”, como dijo en una ocasión siendo princesa heredera- después de la traumática abdicación de su tío, el rey Eduardo VIII, en 1936.
La coronación tuvo lugar más de un año después de suceder a su padre, fallecido el 6 de febrero de 1952 mientras la entonces princesa Isabel estaba de viaje en Kenia con el duque de Edimburgo.
La ceremonia en Westminster contó con toda la pompa que exigía la ocasión, ya que Isabel II llevaba un vestido blanco largo de seda, diseñado por Norman Hartnell, la capa de Estado en terciopelo carmesí y la majestuosa, y muy pesada, corona imperial.
En el altar y antes de besar la Biblia, la Reina dijo: “Lo que aquí prometo, lo cumpliré y mantendré. Qué Dios me ayude”.