Pastor Antonio Regalado
El pasado miércoles 28 de agosto, 2013, La Junta Central Electoral celebró en medio de grandes expectatativas de los servidores de la fe Cristiana, la primera boda no católica.
La pareja bendecida por la Congregación Testigo de Jehová en la histórica ceremonia, primera en República Dominicana, fueron los jóvenes Baldwin Rodriguez Ventura, 26 años, de San Francisco de Macorís, y Leidy Laura Cabreja Sánchez, de Cutupú, La Vega. La Religion Católica es la mayoría en la nación, ocupando el 80% de sus habitantes.
La celebración ha despertado algunos desacuerdos en el terreno evangélico debido a los procedimientos usados por la JCE, aunque saludan la iniciativa de que las bodas se realicen legalmente por parte de las denominaciones religiosas no católicas.
Cabe destacar que de los 10 millones de personas que consta la nación, según estadísticas oficiales, el 16% son evangélicos, lo que constituye una franja considerable a la hora de poner en perspectiva cualquier acción que conlleve a participar en la celebración autorizada por el organismo oficial electoral y que una legislación constitucional aprobó en 2011 la participación de la comunidad de organizaciones no católicas.
Un anciano testigo de Jehová, de acuerdo a fuentes consultadas, declaró que con los ministros aprobados por la JCE, la mayoría de su congregación, era suficiente para asistir las bodas que se presenten en todo el país.
El malestar crece dentro de los ministros evangélicos quienes lucharon por muchos años para alcanzar esta conquista que al parecer sigue teniendo sectores que la adversan y que no quieren dar su brazo a torcer para ceder el privilegio alcanzado por la comunidad de fe y que por derecho le corresponde.
Lo cierto es que todos los sectores participantes que alegan sus derechos y posiciones sobre la medida aprobada, deben explorar el alcance de la legislación y poder encontrarse en el punto que le otorgó el derecho sobre el privilegio de celebrar bodas no católica en la república dominicana.
El momento es para consensuar como debe ser entre los miembros de la fe, sin menosprecio ni discriminación, sin odios ni rencores, sin raíces de amargura, sin venganza ni segundas intenciones, y juntos en la mesa de la conciliación, buscar una salida acorde con el poder recibido que partió de la legislación constitucional para los fines correspondientes, y por la voluntad de Dios.
Dice la Palabra de Dios: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Gálatas 3:28 RVR1960.