La disputa empezó el pasado 6 de diciembre, cuando el gran canciller de la Orden de Malta, el alemán Albrecht Freiherr von Boeselager, uno de los más altos dirigentes de esa organización, fue obligado a renunciar por su superior y presidente la orden, el gran maestre Matthew Festing, por haber permitido la distribución gratuita de preservativos en el marco de un proyecto médico para familias de escasos recursos en Birmania.
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Los preservativos, así como otros medios de planificación artificial, están prohibidos por la iglesia católica y también por la Orden de Malta, una de las instituciones militares católicas más viejas del mundo fundada en Jerusalén en el siglo XI y que hoy en día es una de las más importante organizaciones humanitarias del mundo. Actualmente cuenta con al menos 13.500 miembros, más 25.000 empleados y unos 80.000 voluntarios a nivel mundial.
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Cuando von Boeselager fue despedido de la orden, apeló esta decisión ante el papa Francisco, quien para solucionar la discusión que originó la autorización a la entrega de los condones, dispuso de un equipo de cinco miembros del Vaticano para investigar el caso.
El gran maestre Festing, de 67 años, aduciendo que la organización es autónoma en sus decisiones, se negó a la investigación ordenada por el Papa y no permitió que esta se adelantara ni entregó información a los investigadores de la Santa Sede. Situación que al parecer molestó demasiado al papa Francisco, quien este martes, en el marco de una reunión privada pidió la renuncia de Festing.
“Es verdad que el Papa Francisco pidió a Matthew Festing dimitir, y es verdad que el gran maestro consintió presentar su dimisión”, le confirmó el portavoz de la Orden, Eugenio Ajroldi a la agencia de noticias Sputnik.
Aunque los miembros de la Orden de Malta no son clérigos, juran ante el Papa votos de pobreza, castidad y obediencia. Esta organización tiene características de soberanía, y mantiene de forma autónoma relaciones diplomáticas con más de 100 países y con laUnión Europea, asimismo mantiene un observador permanente en Naciones Unidas.
Tras la dimisión de Matthew Festing, el Vaticano asumió el control de la Orden de Malta. Una acción que muchos han tildado de polémica por ser la intervención de un estado soberano en las problemáticas de gobierno de otro.