Las agencias del organismo multilateral llamaron a lograr esa cantidad para desarrollar la respuesta de emergencia durante seis meses en el país, mientras la jefa de ayuda humanitaria de la ONU, Valerie Amos, pedía un mayor esfuerzo ante la magnitud de la devastación causada por el tifón.
De momento, la comunidad internacional ha ofrecido 54 millones de dólares en asistencia de emergencia a Filipinas, según informó el Departamento de Asuntos Exteriores filipino, que precisó que la ayuda incluye dinero, equipos médicos y de rescate, y material de primeros auxilios.
Se trata de aportaciones procedentes de 28 países, varias organizaciones internacionales y la Unión Europea (UE), que hoy anunció que ampliará su donación a unos 13 millones de dólares que se destinarán a tareas de reconstrucción.
Y el papa Francisco, que el domingo pidió rezar por las víctimas y pidió que llegara “ayuda concreta” a los damnificados, dispuso hoy de una primera donación de 200.000 dólares, que será distribuida a las iglesias católicas locales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también se comprometió a enviar un cargamento de medicinas para cubrir las necesidades básicas de 120.000 personas durante un mes y suministros para 400 intervenciones quirúrgicas.
Mientras tanto, el recuento oficial de muertos no deja de aumentar casi al mismo ritmo que la desesperación entre los supervivientes que sufren escasez de agua potable, comida y no encuentran cobijo.
Cuatro días después del paso del tifón, el Gobierno filipino cifró en 1.744 el número de muertos hasta el momento, aunque datos extraoficiales e informes de campo hablan de decenas de miles de fallecidos.
Naciones Unidas, por su parte, estimó en más de 10.000 el número de víctimas mortales provocadas por el tifón, una cifra que las autoridades locales de Tacloban estimaron el pasado domingo solo en esta localidad, la capital de la isla de Leyte, y una de las zonas más afectadas por la tormenta.
El Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres filipino prosigue con el lento recuento oficial en su último informe publicado en el que también habla de 2.487 heridos.
Cerca de 10 millones de filipinos se han visto afectados por los estragos creados por el tifón, bautizado como “Yolanda” por las autoridades locales, de los cuales al menos 660.000 son desplazados, según el recuento del órgano gubernamental.
La escasez de bienes de primera necesidad ha creado un clima de histeria entre los supervivientes que hambrientos y sin nada que beber deambulan por las carreteras de la región.
El portavoz de Defensa Civil, Reynaldo Balido, declaró que el restablecimiento del orden en Tacloban y otras áreas es una de las “principales prioridades”, mientras la Policía Nacional y el Ejército ha enviado a la zona efectivos de refuerzo para asegurar la paz y el orden en la región.
Para socorrer a las víctimas y lograr el restablecimiento de la normalidad, el portaaviones USS George Washington, flanqueado por otros barcos de la Armada de Estados Unidos y el buque de guerra británico HMS Daring, se dirigen hoy a Filipinas.
Son parte de la ayuda internacional que llega con cuentagotas a la zona afectada, que asimismo se ocupará de buscar a posibles supervivientes.
Mientras, la aerolínea comercial filipina Cebú Pacific canceló hoy algunas rutas comerciales para que sus aviones ayuden en la evacuación de los damnificados en el aeropuerto de Taclobán.
Al menos cuatro vuelos con destino a la ciudad, una de las más arrasadas por el paso del tifón “Haiyan”, desde Cebú han sido fletados por la compañía, indicó la aerolínea en un comunicado.
“Los trabajadores de Cebú Pacific en Tacloban están haciendo todo lo posible para acomodar a los pasajeros en manera ordenada, teniendo en cuenta el gran número de personas en el aeropuerto”, indicó en un comunicado la compañía.
Miles de afectados se agolpan en las cercanías de las instalaciones aeroportuarias donde, ante la falta de comida, agua y otros artículos de emergencia, ruegan por una plaza para abandonar la ciuda