Éxitos indiscutibles y fracasos con consecuencias dramáticas jalonan la historia de la ONU, que este mes conmemora el 70 aniversario de la firma de su Carta fundacional frustrada por conflictos como los de Siria y con grandes esperanzas puestas en la lucha contra la pobreza y el cambio climático.
Creada en un planeta recién salido de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas han conseguido el que entonces era su objetivo número uno: evitar una nueva contienda de ese calibre.
Sin embargo, decenas de conflictos han seguido sacudiendo al mundo y, muchos de ellos, han dejado patente la incapacidad de la ONU para encontrar soluciones y proteger a los civiles.
Primero limitada por la Guerra Fría, la organización fue incapaz de actuar ante guerras como la de Vietnam, genocidios como el del Jemer Rojo en Camboya o para solucionar el conflicto de Oriente Medio.
Tras la caída del Muro de Berlín, la ONU multiplicó sus operaciones de paz, pero en varias ocasiones fracasó estrepitosamente en su intento de proteger a la población de los horrores de la guerra.
Entre esas manchas destacan, entre otras, la matanza de Srebrenica en 1995, en la que miles de musulmanes fueron asesinados ante la inoperancia de los “cascos azules” desplegados en Bosnia, y el genocidio ruandés, en el que 800.000 personas fueron masacradas mientras la ONU, en lugar de intervenir, retiraba sus fuerzas del país.