Un día, a una distancia de no más de treinta (30) metros lineales presencié algo que en mi puta vida ni había visto ni escuchado, por lo que descubrí lo desconectado que estoy de ciertos eventos que se dan en la sociedad y que a veces no sabemos de qué se trata y que se dan con tanta frecuencia que resulta impropio, muchas veces, investigar de qué se trata, pero ni soso ni perezoso le pregunté a alguien que estaba charlando conmigo ¿qué era esa especie de cable que colgaba de las manos de esa persona de la cual inhalaba y que luego exhalaba una chimenea de humo casi color azul y en gran abundancia?
La explicación fue muy clara y contundente, y entendí en el acto que se trataba de una especie de lámpara, no la de Aladino, dentro de la cual colocan una piedra que tiene la característica de encendido rápido y donde también agregan todos los elementos necesarios para lograr una alta excitación, con el objetivo de sentirse fuera del planeta tierra y viajar a otros mundos, guiados, los que la usan, por las alucinaciones que le provoca el uso de esta cosa, aparentemente inofensiva y de la cual se comienzan a sentir los estragos en los jóvenes entre 18 y 21 años que asisten a lugares privados y escondidos, por no poder hacerlo en público, lo que indica que su uso está prohibido.
Seguí la búsqueda de información y en papá Google coloque la palabra juca e inmediatamente me hizo relación con el vocablo en inglés, me imagino, hookah, y encontré ciertos datos que quiero compartir con ustedes mis queridos y dilectos lectores: “Las hookahs son pipas de agua que han sido usadas para fumar tabaco y otras sustancias durante los últimos cuatro siglos en las zonas Asiática y Árabe, además en América por los indígenas de Chile y del Perú. El diseño de una hookah permite que múltiples mangueras lleven a una sola cámara de filtración, lo cual implica su uso por grupos.”