Por CÉSAR MEDINA

Los presidentes Michel Martelly y Danilo Medina se vieron la cara por primera vez el 16 de noviembre pasado, en Cádiz, el mismo día que se inició la última Cumbre Iberoamericana.
Con mucho tiempo de antelación Haití solicitó a través de su Embajada en España una bilateral que de inmediato fue respondida favorablemente por la diplomacia dominicana.
El encuentro se pautó para las 4:00 de esa tarde otoñal en la histórica ciudad gaditana, cuando ni siquiera había llegado el grueso de los jefes de Estado de Iberoamérica y Portugal.
Haití participaba por primera vez como invitado especial, y Danilo Medina también acudía por vez primera a este tipo de evento. Era el estreno de los dos presidentes en aquel escenario augusto.
La diplomacia dominicana estuvo a tiempo en el pequeño salón del hotel Barrosa Palace, pero Martelly se retrasó media hora porque al llegar directamente desde Miami confrontó dificultad en el aeropuerto con su equipaje.
Danilo Medina y sus acompañantes ñel canciller Carlos Morales, los ministros Gustavo Montalvo y José Ramón Peralta y el embajador en Españañ, aguardaron pacientes al mandatario haitiano, quien al llegar saludó con el rigor acostumbrado en perfecto francés, sin abandonar jamás el protocolo comunicacional a pesar de que habla tan bien el español como su propio idioma.
Pero lucía contrariado
Martelly lucía contrariado, al parecer por los inconvenientes que motivaron su retraso, pero Medina aceptó amablemente su disculpa aún consciente de que corría el riesgo de perder un encuentro similar con la presidenta de Brasil, su amiga Dilma Rousseff que lo esperaba en un hotel contiguo.
La reunión entre los presidentes de los dos países que comparten la isla caribeña duró algo más de media hora, y la mayor parte de ese tiempo Martelly lo agotó presentándole a Medina quejas por incidentes fronterizos superados hace mucho, y sobresalieron en él sólo dos notas positivas: 1)
-Dio las gracias reiteradamente al gobierno y al pueblo dominicanos por su solidaridad ante la tragedia del terremoto de 2011, y b)
-Valoró los avances dominicanos en materia de la conservación y medio ambiente, y pidió apoyo a su colega para desarrollar en Haití programas de reforestación.
Danilo Medina le prometió a Martelly que tan pronto llegara a su país dispondría de cuantos recursos humanos y económicos fuesen necesarios para establecer en la frontera con Haití un gran vivero binacional que no sólo aportara las plantas para reforestar sus peladas montañas y valles, sino también que constituyese un laboratorio para entrenar a sus técnicos y especializar obreros en la materia.
Cumplió en demasía…
Justo seis meses después, ambos presidentes acudían al lado haitiano de la frontera cercana a Juana Méndez para dejar inaugurado el vivero prometido aquel 16 de noviembre, y ya convertidos en “amigos” los dos mandatarios se reciprocaban promesas de colaboración en una política mutua de buena vecindad.
Pero tres días después ñ¡óigase bien, tres días después!ñ el gobierno haitiano denunciaba falazmente que en territorio dominicano estaba el virus de la gripe aviar y cerraba la frontera al paso de pollos y huevos provenientes de la parte oriental de la isla.
En lo que se considera una auténtica puñalada trapera, Haití persiste en su postura tratando de humillar la dignidad dominicana con el propósito espurio de favorecer a grupos de comerciantes vinculados a sectores de poder del otro lado de la frontera.
Ese ha sido el trato que han dado siempre los haitianos a los dominicanos en más de 200 años de historia, y de nada ha valido la actitud de buen vecino de los gobiernos que han bajado la cerviz en procura de una tal convivencia que de aquel lado se interpreta como genuflexión.
El presidente Medina ha hablado claro. Esta vez la respuesta dominicana tiene que ser contundente para que el lado oscuro de la isla lo escuche bien.
La ingratitud de Martelly
Por: CÉSAR MEDINA
Los presidentes Michel Martelly y Danilo Medina se vieron la cara por primera vez el 16 de noviembre pasado, en Cádiz, el mismo día que se inició la última Cumbre Iberoamericana.
Con mucho tiempo de antelación Haití solicitó a través de su Embajada en España una bilateral que de inmediato fue respondida favorablemente por la diplomacia dominicana.
El encuentro se pautó para las 4:00 de esa tarde otoñal en la histórica ciudad gaditana, cuando ni siquiera había llegado el grueso de los jefes de Estado de Iberoamérica y Portugal.
Haití participaba por primera vez como invitado especial, y Danilo Medina también acudía por vez primera a este tipo de evento. Era el estreno de los dos presidentes en aquel escenario augusto.
La diplomacia dominicana estuvo a tiempo en el pequeño salón del hotel Barrosa Palace, pero Martelly se retrasó media hora porque al llegar directamente desde Miami confrontó dificultad en el aeropuerto con su equipaje.
Danilo Medina y sus acompañantes ñel canciller Carlos Morales, los ministros Gustavo Montalvo y José Ramón Peralta y el embajador en Españañ, aguardaron pacientes al mandatario haitiano, quien al llegar saludó con el rigor acostumbrado en perfecto francés, sin abandonar jamás el protocolo comunicacional a pesar de que habla tan bien el español como su propio idioma.
Pero lucía contrariado
Martelly lucía contrariado, al parecer por los inconvenientes que motivaron su retraso, pero Medina aceptó amablemente su disculpa aún consciente de que corría el riesgo de perder un encuentro similar con la presidenta de Brasil, su amiga Dilma Rousseff que lo esperaba en un hotel contiguo.
La reunión entre los presidentes de los dos países que comparten la isla caribeña duró algo más de media hora, y la mayor parte de ese tiempo Martelly lo agotó presentándole a Medina quejas por incidentes fronterizos superados hace mucho, y sobresalieron en él sólo dos notas positivas: 1)
-Dio las gracias reiteradamente al gobierno y al pueblo dominicanos por su solidaridad ante la tragedia del terremoto de 2011, y b)
-Valoró los avances dominicanos en materia de la conservación y medio ambiente, y pidió apoyo a su colega para desarrollar en Haití programas de reforestación.
Danilo Medina le prometió a Martelly que tan pronto llegara a su país dispondría de cuantos recursos humanos y económicos fuesen necesarios para establecer en la frontera con Haití un gran vivero binacional que no sólo aportara las plantas para reforestar sus peladas montañas y valles, sino también que constituyese un laboratorio para entrenar a sus técnicos y especializar obreros en la materia.
Cumplió en demasía…
Justo seis meses después, ambos presidentes acudían al lado haitiano de la frontera cercana a Juana Méndez para dejar inaugurado el vivero prometido aquel 16 de noviembre, y ya convertidos en “amigos” los dos mandatarios se reciprocaban promesas de colaboración en una política mutua de buena vecindad.
Pero tres días después ñ¡óigase bien, tres días después!ñ el gobierno haitiano denunciaba falazmente que en territorio dominicano estaba el virus de la gripe aviar y cerraba la frontera al paso de pollos y huevos provenientes de la parte oriental de la isla.
En lo que se considera una auténtica puñalada trapera, Haití persiste en su postura tratando de humillar la dignidad dominicana con el propósito espurio de favorecer a grupos de comerciantes vinculados a sectores de poder del otro lado de la frontera.
Ese ha sido el trato que han dado siempre los haitianos a los dominicanos en más de 200 años de historia, y de nada ha valido la actitud de buen vecino de los gobiernos que han bajado la cerviz en procura de una tal convivencia que de aquel lado se interpreta como genuflexión.
El presidente Medina ha hablado claro. Esta vez la respuesta dominicana tiene que ser contundente para que el lado oscuro de la isla lo escuche bien.