Las incautaciones de cocaína en el mar superaron las 285 toneladas en 2016, debido en parte al fuerte incremento del cultivo de coca en Colombia, de donde procede el 90 por ciento de la cocaína incautada en Estados Unidos.
“Tenemos que cubrir un área marítima que corresponde a tres cuartas partes de Estados Unidos. Nos superan en número y recursos a diario”, dijo a Efe el contraalmirante Cedric Pringle, subdirector de la Fuerza de Tarea Interinstitucional Conjunta del Sur (JIATF-S), que coordina la lucha contra la droga por mar y aire en la región.
Desde su base en Cayo Hueso, el punto más meridional de Estados Unidos, la JIATF-S observa los movimientos de los cientos de embarcaciones, sumergibles y aeronaves que parten principalmente de Colombia, Venezuela, Brasil, Perú y Ecuador para hacer escala o descargar su cargamento de droga en el Caribe, América Central y México con destino a Estados Unidos y Europa, una industria que genera alrededor de 88.000 millones de dólares al año.
“Nos superan en número y recursos a diario. Mientras sigan inundando la región (de droga), va a ser difícil controlarlos”, reconoció el subdirector de la JIATF-S.
En este organismo participan todos los cuerpos de las fuerzas armadas y representantes de las agencias de seguridad de Estados Unidos junto a enlaces para la lucha antidroga de once países de América Latina y el Caribe y cuatro de la Unión Europea.
“Ya no es solo el volumen de droga que intervenimos, sino también la cantidad de dinero que impedimos que se propague”, dijo a Efe el teniente coronel Eduardo Lobo, de la Guardia Civil española, que ejerce de oficial de enlace con su país, la puerta de entrada de gran parte de la droga que sale de Sudamérica con destino a Europa.
A pesar de sus recursos limitados, durante las últimas tres décadas las operaciones de la JIATF-S han modificado las tendencias de los narcotraficantes, del tráfico directo a las costas de Estados Unidos, al movimiento por aire, mar y tierra en América Central y recientemente al Pacífico Oriental, donde se concentra ahora el 80 por ciento del tráfico de cocaína.
“Nuestro objetivo es ir a donde vayan y hacérselo lo más difícil posible”, dijo el contralmirante Pringle recordando los resultados de la Operación Martillo para alejar de las costas del Caribe a los narcotraficantes, y la cooperación de las fuerzas áreas de Colombia y la República Dominicana para reducir drásticamente los cargamentos de droga que sobrevuelan el Caribe.
“La cifra de derribos es quizá insignificante con respecto al número de trazas. El programa de fuerza letal ha sido exitoso sobre todo en términos del control del espacio aéreo”, señaló a Efe el oficial de enlace en la JIATF-S de la Fuerza Aérea de Colombia, que pidió no ser identificado por su nombre.
El enlace colombiano se refería a la medida de derribo de aviones sospechosos de contrabando de droga adoptado por varios países de la región, al que se atribuye una reducción del volumen de tráfico por la vía aérea hasta un 3 por ciento del total de la droga.
En las pantallas del centro de control de la JIATF se puede observar cómo una gran parte del otro 97 por ciento sale principalmente en sumergibles, barcos de pesca y buques de carga de los puertos del Pacífico de Ecuador y Colombia con dirección a las costas de Guatemala.
Este país centroamericano alcanzó una cifra histórica de 20 toneladas decomisadas en 2016, insignificante frente al más de un millar de toneladas de droga que se estima que transitan cada año por los países del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) y México, el 90 por ciento de la cocaína que llega a Estados Unidos.
“Cuantas más drogas fluyen en la sociedad, más se desestabiliza la situación”, dijo el contralmirante Pringle y puntualizó que “no importa si se trata de América Central o las calles de Estados Unidos o Australia”.