Por Rita Hernández.
En los últimos años se han vertido ácidos cuestionamientos en contra de algunas entidades religiosas, especialmente de la Iglesia Católica, debido a los constantes casos de pederastia, lavado de activos, rompimiento del celibato y algunas otras actividades inaceptables dentro de la misma. De igual forma, los no creyentes han intentado lavar el cerebro de aquellos que aún no tienen tan firme su fe, planteando y asegurando que con todo el lujo y dinero que existe en esta iglesia se podría erradicar la pobreza en el mundo por aproximadamente 33 años.
También un asunto curioso que recalcan es, que si se diera libertad para contraer matrimonio a los sacerdotes, se solucionarían todos los problemas relacionados con los actos de sexualidad mencionados anteriormente. Ahora bien, yo pregunto, ¿de verdad cree usted que se va a reducir la falta de recursos en los seres humanos partiendo de la absurda idea de fundir todo el oro del vaticano y/o eliminar las reliquias y demás artículos de valor que existen dentro de la iglesia para regalárselo a los pobres? O que aprobando el matrimonio y eliminando el celibato se va a solucionar una dificultad que no tiene ninguna otra explicación que la acentuada falta de valores y la ausencia o falsa vocación por parte de los que comenten estas acciones, que no son más que hombres hipócritas y traidores, que usan el nombre de Dios en vano y abusan del poder que se les otorga en la sociedad por ser los representantes de Dios en la tierra.
Da pena que la Iglesia se vea afectada por las acciones de unos cuantos que se han salido del rebaño. Pero da más lástima que algunos se aprovechen de estas situaciones para confundir y descarriar a los jóvenes que están empezando a involucrarse en la vida cristiana.
En base a eso me gustaría hacerles la siguiente pregunta a los hermanos que secundan esas absurdas ideas: ¿Qué va a pasar en el momento en que se acabe ese oro, ese dinero, esos activos? ¿Seguirán siendo ricos los que lo recibieron? ¿Harán algo productivo con su parte? O peor aún ¿ llegarán esos recursos a los que verdaderamente los necesitan?. Yo me atrevería a afirmar que si aceptáramos y adoptáramos como buenas y válidas esas ideas simplemente seguiríamos andando por el mundo como chivos sin ley, matando, adquiriendo cada vez más poder, destruyendo familias, armando guerras entre países y malgastando lo que nada nos ha costado.
Cabe destacar que con esto no quiero apagar o desmotivar la confianza y el valor de la caridad en las personas, más bien lo que se pretende es concienciar y diferenciar la caridad de la complicidad. Puesto a que si nos dedicamos a dar sin educar, estaríamos haciendo el mismo o peor daño, debido que las personas que reciban esas “ayudas” siempre van a esperar que se les dé todo en lugar de aprender a conseguir y producir lo que realmente necesitan. Porque es muy fácil gastar lo que no nos ha costado nada, pero a la hora que sea nuestro propio sacrificio dudo mucho que cualquier persona con sentido común malgaste lo que le ha costado tanto trabajo.
Sin dudas es maravilloso hacer actos de caridad, pero lo es más cuando lo hacemos con calidad, y con la certeza de que esas personas van a poder vivir y tal vez mantener una familia con lo que se les ha enseñado, y no simplemente sobrevivir un día más con lo que se les ha regalado.
“Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida”. (Lao-tsé)
Con todo esto quiero decir que culpando a la Iglesia Católica y/o a cualquier otra entidad social, de los problemas que nos afectan, no vamos a solucionar absolutamente nada y mucho menos vamos a cambiar el curso del mundo acelerado y desvalorizado en el que vivimos actualmente. Como católica y sobre todo como persona, propongo que en vez de criticar lo que hacen o dejan de hacer las diferentes religiones, hagamos actos de amor en comunidad y pongamos en práctica lo que predicamos, porque al fin y al cabo independientemente de la religión en que nos involucremos, todos creemos y daremos cuenta a un mismo y único Dios.
Recuerda que el Evangelio no se trata de gastar saliva, sino de verdaderamente llevarlo a la vida.
Y si por alguna absurda razón te opones a creer en cualquier religión, pues vive tú con las consecuencias de tus actos, pero no intentes apartar a los que verdaderamente tienen la intención de fortalecer su fe. Porque al ponerlos en un espejo, en ellos verás al fuerte y en ti verás al débil. Y… ¿Cuál crees que hará el cambio?
Licda. Rita Hernández
@RISTONGUITA