El cardenal peruano Juan Luis Cipriani se para frente al féretro del papa Francisco, mirada seria, manos entrelazadas. Viste sotana negra, faja y solideo rojo y cruz pectoral, el traje de su investidura que el propio pontífice le prohibió llevar tras denuncias de abuso sexual.
Cipriani llegó a ser el religioso más influyente de Perú, arzobispo de Lima y primer purpurado del Opus Dei. Lo ubican en el lado más conservador del clero.
Fue acusado de abusar de un adolescente hace cuatro décadas, lo que él niega.