MADRID. (elmundo.es). Alrededor del 40-50% de las parejas que se acercan a un centro de reproducción asistida con el deseo de concebir un hijo termina optando por recurrir a un óvulo o espermatozoide de donante para poder tener descendencia.
No es una solución fácil de asumir porque, en la mayoría de los casos, cuando alguien quiere ser padre, tiene implícito el deseo de transmitir sus genes a esa potencial descendencia.
De ahí que desde diferentes centros de investigación de todo el mundo se esté pensando en una solución para estas parejas, y también para las que, siendo del mismo sexo, no tienen más remedio que recurrir a una tercera persona para engendrar un hijo.
Ahora un trabajo dirigido por investigadores del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) abre la vía a poder obtener gametos viables a partir de células de la piel. Desde hace años, los científicos han intentado dar solución a los problemas de esterilidad e infertilidad.
El primer gran paso en este sentido nació con Louise Brown, la primera niña probeta en el mundo, que en 1978 abrió la puerta a que muchas parejas se lanzaran a probar una técnica que, entonces, estaba en pañales: la fecundación in vitro.
Como Brown, en España seis años más tarde, nacía Victoria Anna, que fue concebida con la ayuda de una quincena de especialistas liderados por los doctores Pedro Barri y Anna Veiga.
Esta técnica permitió a muchas parejas tener hijos biológicos propios. Sin embargo, lamentablemente no es la solución para todas las personas con problemas para concebir un hijo.
Algunas enfermedades genéticas, los fallos en la implantación, o el retraso de la maternidad hacen que muchas mujeres tengan que recurrir a un óvulo de otra mujer.
Según un informe de la Sociedad Española de Fertilidad de 2013, la edad materna avanzada fue la causa de indicación en el 41,4% de los ciclos en los que se utilizaron óvulos de donante. Pero la mujer no es la única que recurre a células de otra persona ajena a la pareja.
La donación de semen es una opción cuando se tiene una alteración grave de los espermatozoides, existe un riesgo de transmitir alguna enfermedad, o también en el caso de mujeres sin pareja masculina que quieren tener un hijo. Para dar respuesta a todas estas parejas, hay varios grupos en el mundo que intentan, a partir de células embrionarias o con células pluripotenciales, fabricar gametos.
Uno de ellos es el de Carlos Simón, director de investigación del IVI, que inició un proyecto hace seis años en el Centro Príncipe Felipe en Valencia, donde por aquel entonces también era su director científico, cuyos primeros resultados han sido recientemente publicados en Scientific Reports, una revista del grupo Nature, en colaboración con la Universidad de Stanford.