José Garnica trabajó por más de dos décadas construyendo la casa de sus sueños, que terminó reducida a cenizas en cuestión de minutos debido a los voraces incendios forestales que han afectado al norte de California y dejado al menos 21 personas muertas.
Garnica, de 44 años de edad y quien vino de México a Estados Unidos hace más de 20 años, al fin tenía los recursos para remodelar parte de su vivienda en Santa Rosa, tras hacer carrera en la compañía local de recolección de basura y ahorrar todo lo que él y su esposa podían.
En los últimos dos años, remozó las paredes e instaló un nuevo aire acondicionado, equipó la cocina y cambió el piso. Compró un televisor de 60 pulgadas. El sábado recibió un estimado para reemplazar la cerca, una de las últimas tareas que le quedaba por hacer.
Pero a las 3:30 de la madrugada del lunes, la morada pasó a ser una de las 2.000 viviendas y negocios que quedaron destruidos por la ola de incendios que han matado a por lo menos 21 personas en la región y dejado 180 heridos.
“Me siento impotente”, dijo Garnica el martes. “No puedo hacer nada. Todo, la vida entera, me pasa por la mente en un minuto. Todo lo que logré en esta vida. Dejé atrás mi familia en México para tener una mejor vida, y ya estábamos comenzando a lograr algo de comodidad y ocurre esto”.
Garnica trató de salvar su casa con la manguera de su jardín. Luego junto con un vecino trató de usar el agua de su piscina. Pero en 15 minutos el vecindario entero había sucumbido a las llamas.
“Quizás si yo hubiera sabido que esto iba a pasar, en vez de pasar esos 45 minutos tratando de apagar el fuego, hubiera ido dentro y hubiera rescatado mis cosas, pero yo no sabía que esto iba a pasar”, expresó Garnica.
Las llamas devoraron gran parte de la zona vinícola de Napa y Sonoma y llegaron hasta la pintoresca localidad costera de Mendocino más al norte, dejando una estela de cenizas y humo. Vecindarios enteros quedaron reducidos a cenizas. Donde una vez se erguía una casa queda sólo una chamuscada chimenea, o los restos de una máquina de lavar ropa.
“Esto es pura devastación y tomará un tiempo salir y evaluar los daños”, dijo Ken Pimlott, director del Departamento de Bosques y Protección Antiincendios de California. Añadió que “en los próximos días se vaticinan condiciones climáticas que azuzarán las llamas”.
En algunos vecindarios los hidrantes tenían todavía las mangueras conectadas, indicio de que los bomberos no pudieron con el fuego y se vieron obligados a salir de prisa.
Los incendios ya están entre los más mortíferos en la historia de California, y las autoridades estiman que la cifra de muertes aumentará a medida que se vaya esclareciendo el panorama de destrucción. Por lo menos 185 personas resultaron lastimadas durante los incendios que estallaron la noche del domingo. Unas 200 personas están desaparecidas sólo en el condado de Sonoma.
David Leal, de 55 años junto con su esposa e hijastro lograron salvar unas cuantas decoraciones de la casa que tenían en Santa Rosa, como unas baldosas y un crucifijo.
“Nos vamos a quedar con estas cosas y cuando reconstruyamos, serán recuerdos de lo que sobrevivimos y de la perseverancia que tuvimos”, dijo Leal. “Es difícil no dejar que me embarguen las emociones en estos momentos”.
Entretanto, Leal alquiló un buzón postal para poder recibir correspondencia, compró una nueva laptop y algo de ropa. Por ahora la familia está durmiendo en los dos vehículos que tienen.
“Ya regresaremos, más pronto que tarde, con la frente en alto, y ojalá nuestros amigos, nuestros vecinos, puedan hacer lo mismo”, dijo Leal con la voz entrecortada.