Por Dr. Ysócrates Andrés Peña Reyes.
Director General del Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (C R D),
Abogado y Politólogo
En ocasión de arribar el obispo Jesús María de Jesús Moya a la conclusión de su mandato en la conducción de la Diócesis de San Francisco de Macorís, a fin de dar paso a un sacerdote de las extraordinarias cualidades y virtudes que detenta el Padre Fausto Mejìa, los dominicanos y las dominicanas podemos dar el firme testimonio de que su labor como prelado y sacerdote se ha enraizado por los excelentes frutos que ha arrojado, al convertirse en un extraordinario regalo que Dios ha dado a las provincias que integran la Región Nordeste y al país, al contar con tan luminoso y preclaro pastor.
Cualquier calificativo resultaría insuficiente para definir las buenas cualidades de este hombre dedicado al servicio de la causa de Dios, debido a su entrega infinita y amorosa a los más necesitados del pan material y espiritual, convirtiéndolo en una persona ungida de santidad y de profundo amor, utilizando el sacerdocio como un instrumento aglutinador, para sembrar, en las mejores tierras y con excelentes semillas, los más sanos propósitos y causas que permitan a todos motorizar, sobre bases bien sostenidas, las metas de progreso y crecimiento que solidifiquen a la sociedad dominicana.
Es por ello, que Monseñor Jesús María de Jesús Moya no sólo ha sido un digno ejemplo a seguir para quienes profesan la fe católica, sino también para las demás iglesias y movimientos espirituales, para creyentes y no creyentes, al asumir una trayectoria de servicio como pastor y líder social, comprometido en sus propósitos y objetivos con las presentes y futuras generaciones.
La fuerza moral que le permite a este sacerdote convocar y reivindicar sin temor, solo tiene por explicación su entrega infinita y decidida a la práctica de las enseñanzas de Jesucristo, por medio de su testimonio de vida, mediante una labor espiritual y social que ha impactado en forma beneficiosa a través de la Diócesis de San Francisco de Macorís, convirtiéndola en rica fuente espiritual para la vocación de bien, a la que necesariamente debe abrazarse nuestro país de cara a implementar los cambios y transformaciones que amerita el Estado y la Sociedad, a fin de proporcionar un presente y un futuro más glorioso a las presentes y a las futuras generaciones.
Quienes hemos tenido la hermosa oportunidad de conocer y compartir los sueños y anhelos de este sacerdote, sobre todo el nuevo liderazgo que se ha engendrado en la renovada, integrada y fortalecida Región Nordeste, podemos afirmar que el país por medio de sus esfuerzos, no solo cuenta con un paladín espiritual, sino también con un orientador social provisto de la luz y la sabiduría necesaria para ser un instrumento eficaz del desarrollo nacional, así como del nuevo mundo de paz y esperanza que por medio de su crucifixión, nos trazó Cristo como Mesías y Redentor.
Al dar gracias finalmente al Altísimo por permitir al Nordeste, al país y a la Iglesia Católica, tener entre sus hijos a una persona de las fecundas cualidades que adornan a Monseñor Jesús María de Jesús Moya, damos a nuestro Dios Todopoderoso el Honor y La Gloria, por su sabia decisión de escogerlo como sacerdote y pastor, y sobre todo por haberlo utilizado como su instrumento, para edificar y bendecir grandemente al pueblo dominicano por medio de la Diócesisde San Francisco de Macorís.