Cree Pastoral Penitenciaria debió ser más prudentes tomando en esa acción que daña el objetivo.
La Arquidiócesis de Santiago, expresó ayer su mea culpa porque en la boda de un recluso y una ex convicta organizada por la Pastoral Penitenciaria en la Catedral de Santiago, debieron ser más prudente y saber que en esta misión hay acciones que haciéndolas de buena voluntad envían un mensaje contrario al objetivo que persiguen.
En un documento enviado a este diario, el Arzobispado de Santiago, se excusa lamenta el caso que se refiere a la boda celebrada en la Catedral Santiago Apóstol entre el interno Miguel Vladimir Morán y la señora Yáscara Vargas, quien cumplió condena por tráfico de drogas.
“Todo hombre y mujer tienen derecho de contraer matrimonio de forma sacramental si han mostrado, como los internos de Rafey, el debido arrepentimiento de una conducta anterior y se comprometen a vivir según las enseñanzas del Evangelio”, asegura la nota.
Sin embargo, sostuvo que en el caso de la boda mencionada “debimos, como Pastoral Penitenciaria, haber sido más prudentes tomando en cuenta las razones por las cuales Miguel Vladimir Morán está privado de su libertad y haber informado al Arzobispo de la condición de este interno”. “También nos servirá de aprendizaje para no repetirlo en el futuro”, agregó
“Esperamos que este hecho, el cual ha sido comentado por la opinión pública, sirva para que muchas personas se acerquen al Centro de Corrección y Rehabilitación de Rafey, y puedan constatar la hermosa obra que se viene desarrollando allí en favor de la población carcelaria que ve pasar sus días en este centro con una nueva visión de futuro”, señaló.
Y dijo que muchos de esos reclusos han vuelto a recobrar su dignidad de ser humano y han encontrado un nuevo rumbo a sus vidas, y con su nueva conducta asegurarán una reinserción en la sociedad basada en el respeto y una cultura de paz.
Dijo que la Iglesia asume y continúa esta gran obra de amor hacia estos hermanos. La Pastoral Penitenciaria es la acción de la Iglesia a favor de los reclusos ( Cfr. I Concilio Plenario Dominicano 1329).
Manifestó que el trabajo espiritual llevado a cabo en medio de estos hombres y mujeres internos en estos centros penitenciarios ha logrado formar en los mismos una viviente comunidad cristiana de hermanos, unidos en torno al mensaje de amor de Jesucristo.