SANTIAGO.-La Iglesia Católica de Santiago dijo ayer que es preocupante que la Policía Nacional sea percibida en el país más como una amenaza que como una aliada para enfrentar la inseguridad, por lo que realmente se vive un panorama sombrío.
Estableció Camino en su editorial, que el mensaje de los obispos con motivo del 171 aniversario de la Independencia Nacional ha tenido una resonancia y acogida que nos llena de esperanza.
“Nuestros pastores presentaron una radiografía de los principales problemas que padecemos y que impiden que la justicia y la paz se encuentren”, sostuvo.
Y recordó “nos hablaron de la corrupción pública y privada y la falta de castigo a los responsables de este mal social que nos empobrece”.
También dijo Camino que los obispos tocaron la falta de un sistema eléctrico eficiente y justo, la precariedad del sistema de salud, del auge del narcotráfico y consumo de drogas.
Ante estos hechos los obispos plantean caminos de solución como son: promover un dinamismo económico que mejore el bienestar de la población, la institucionalidad de la Justicia, promoviendo una cultura del derecho.
También abogan porque se promueva el empleo y salarios justos que permitan cubrir el costo de la canasta básica y la promulgación de la ley de Partidos que regule una clara elección a los puestos públicos, donde lo que prime no sea el criterio económico, sino el auténtico liderazgo social, las cualidades humanas y los principios éticos y morales que acompañen a la propuesta en las primarias.
Abogó porque se pueda reencauzar institucionalmente las relaciones internacionales, especialmente con Haití y hacer el compromiso de promover una educación formal e informal que fomente la disciplina, el orden y el ahorro.
Llamaron al Estado para que tome la firme decisión de frenar todo aquello que sumerge al pueblo en la pobreza natural y espiritual.
Y concluyeron recordando que para lograr que la justicia y la paz “se besen” es necesario una conversión al Señor, donde pidió se acoja la propuesta de un programa de vida, porque no basta con aprobarlas y aplaudirlas, muchas veces para sintonizar con la iglesia.