SANTIAGO.-La Iglesia católica de Santiago, definió ayer como desgarradora la escena de ancianos que deambulan por las calles en busca de una limosna, siendo un panorama triste contemplar el abandono a que son sometidos por sus familiares y el Estado.
Dijo Camino en su editorial de esta semana, que estos seres queridos, que en otras culturas son respetados y amados, reflejan en sus rostros la amargura de ver transcurrir sus días en una angustia cotidiana.
“La situación que sufren se empeora cuando les llega una enfermedad, porque están desprotegidos hasta el extremo”, dijo Camino.
El editorial analiza que “sólo el 50% de los mayores tienen la tarjeta del Seguro Nacional de Salud (SENASA) pero les sirve para nada, porque no les facilitan los medicamentos necesarios ni aun estando ingresados en un hospital”.
Recuerda la publicación católica que la geriatra Rosy Pereyra, Presidenta de Red-vejez, al conmemorarse el pasado 7 de abril el Día Internacional de la Salud narró las penurias que vive este sector.
Y agregó camino que el drama es peor para aquellos que están fuera de esta cobertura, y padecen de enfermedades catastróficas, lo que se convierte en un verdadero calvario.
“Cuando en un país los envejecientes pasan por esta calamidad estamos frente al signo más visible del grado de deshumanización a que está llegando esa sociedad”, dijo.
Camino entiende que llegó el momento de brindarles a los viejitos días más esperanzadores y abogó para que se revise las pensiones indignantes que reciben aquellos que entregaron sus mejores años produciendo con su trabajo las riquezas que otros disfrutan.
Otra de las limitaciones a que son sometidos en el cuadro de abandono es que a los pensionados el cheque que reciben ni siquiera les alcanza para mal nutrirse.
A juicio de Camino es un contraste tan vergonzoso y provocador frente a las altas pensiones y salarios que reciben algunos funcionarios que han hecho del erario una piñata.
El editorialista pidió al Gobierno crear políticas públicas que permitan a los ancianos en el ocaso de su existencia tener días felices.
“Llegó la hora de brindarles un mayor apoyo a los hospicios y casas en donde los atienden, ya que muchas veces los responsables de asumir este noble trabajo, en su mayoría religiosas, pasan por la amargura de tener que administrar tantas precariedades y pobreza.
“La dignidad de los envejecientes tiene que ser rescatada”, y sostuvo que no puede seguir mirando los envejecientes en las calles con una actitud de indiferencia.