SANTIAGO.-La Iglesia Católica de Santiago, dijo ayer que las tinieblas de injusticia, iniquidad social y la corrupción de los intereses personales o grupales consumen de manera egoísta, lo que -adujo- está destinada para el bienestar de todos.
Señaló en su editorial el periódico Camino que la reciente visita del Papa Francisco a Colombia quedará marcada para siempre en la historia de ese amado pueblo sudamericano.
Dijo que el Sucesor de Pedro estuvo allí como mensajero de la paz y la reconciliación,
donde su carisma y testimonio de vida cautivó a los colombianos. Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena de Indias fueron testigos de la alegría profunda y los sentimientos de perdón, tan necesarios en aquellas tierras.
Recordó que siete millones de personas se congregaron para estar cerca del Papa, mientras otros le siguieron a través de los medios de comunicación.
“Sus mensajes llegaron hasta lo más profundo del alma. Interpelaron, cuestionaron, hicieron cambiar de actitud y más personas se acercaron a Dios por medio de sus palabras”, sostuvo
Indicó que todavía resuenan entre nosotros sus palabras sobre el tema de la corrupción: “Hay densas tinieblas que amargan y destruyen la vida; A nuestros jóvenes les dijo que no teman al futuro y que sueñen engrande. Que mantengan viva la alegría y no se la dejen robar.
Sostuvo que los frutos de esta visita comienzan a recogerse, porque hay datos oficiales que muestran la reducción de la criminalidad durante los cinco días que permaneció el Santo Padre en esta nación del Cono Sur, donde los delitos disminuyeron en un 70%, y las lesiones personales en 84%.
“Realmente estamos en presencia de un encuentro lleno de esperanza, aunque estas exhortaciones fueron hechas en Colombia, también van para nosotros.
Dijo, asimismo, que es el momento de preguntarnos ¿Qué estamos haciendo para evitar que tantos jóvenes dominicanos caminen sin rumbo por nuestras calles, siendo presas fáciles de aquellos que trafican con el dolor y abandono de los demás?
Igualmente, se pregunta si se están tomando las medidas necesarias para impedir que algunos transiten por la vida de la opulencia, en muchos casos, con recursos
que pertenecen a todos, mientras otros van por los trillos de la miseria y la soledad.