El entorno del hospital José María Cabral y Báez prácticamente se ha convertido un mercado de pulga, por la gran cantidad de negocios improvisados de venta de ropas usadas y frituras.
60 negocios informales en total operan que van desde vendedores de tostadas, jugos, fritos, o negocios informales que operan en camionetas destartaladas o minibús fueron colocadas en todo el entorno de la calle Sabana Larga. También las acercas de la calle Bonó o la avenida 27 de Febrero los vendedores, buhoneros se instalan para ofertar naranja, aguacates.
Los buhoneros quienes se resisten a ser desalojados se amparan en que son padres de familias y que no tiene otro oficio que hacer.
“Es increíble no se los vendedores se ha adueñado de las aceras y ya no podemos caminar tenemos que tirarnos a la calle, la cual e un gran peligro para nosotros”, dijo un transeúnte que caminaba por allí
Dijo que las autoridades tendrán que tomar carta en el asunto porque esto no puede seguir, aquí frente a uno de los centro de salud mas importante del cibao, considero que están arrabalizando el hospital.
Manifestó que al problema generado por los negocios improvisados se agrega, el de los choferes de las rutas de concho que circulan por la entrada principal en la calle Sabana Larga.
“Creo que todo ser humano debe buscársela para no robar, pero porque no buscan un lugar mas especifico para poner su comercio tiene que sr frente al hospital. Eso no puede ser eso hace el centro de salud pierda credibilidad mas de lo que ha perdido”, dijo Rubén Cabrera.
Sostuvo que solo en un país como este pasan y sucede cosas como esta, donde en un hospital su frente y parte importante sea convertido en un centro de comercio.
Dos veces han sido desalojados.
En el 2006 y 2011, agentes policiales, el cabildo y la dirección provincial de Salud Pública ha desalojado a vendedores de las aceras y calles del perímetro interno del hospital regional universitario José María Cabral y Báez, pero la falta de constancia en las medidas ha permitido el regreso.
Las casetas de vendedores que se resistían al desalojo fueron incautadas y montadas en un camión, mientras que otros buhoneros retiraron sus pertenencias voluntariamente.