Su cabeza tiene un precio de 10 millones de dólares en Estados Unidos, en donde es considerado un terrorista. Es uno de los hombres más buscados de la India. Sin embargo, Hafiz Saeed camina libremente en su país natal, Pakistán, y denuncia en discursos públicos a Washington y Nueva Delhi.
Ahora, el hombre identificado por Estados Unidos como miembro fundador del grupo extremista Lashkar-e-Taiba, analiza el incremento de la violencia en Cachemira, la región montañosa de la cual Pakistán y la India se disputan el control y donde han muerto decenas de personas durante enfrentamientos con los manifestantes, luego de que fuerzas de seguridad indias mataron a un alto líder rebelde.
En una entrevista con The Associated Press, Saeed acusó a Estados Unidos de darle rienda suelta a la India para que aplastara a las protestas opuestas al gobierno indio en su territorio del Himalaya, y advirtió que eso solo llevará a un incremento en la violencia.
“Estados Unidos respalda esta opresión por parte de la India al decir que es un asunto interno”, dijo Saeed, de 66 años, en la entrevista efectuada el miércoles en su casa de dos pisos detrás de una barrera de acero que la separa de las angostas calles de la ciudad de Lahore, en el este del país.
“Eso ha alentado a la India, y debido a ello, los asesinatos y la violencia” continuarán, recalcó. Washington ha dicho que no intervendrá. Pero Elizabeth Trudeau, portavoz del departamento de Estado, dijo el jueves durante una reunión con la prensa que no está de acuerdo con las insinuaciones de Saeed y otros de que Estados Unidos se mantiene al margen y por lo tanto es parcialmente responsable. Dijo que Washington ha sostenido pláticas con ambas naciones sobre la violencia en Cachemira.
“Estamos muy preocupados por las muertes de los manifestantes”, admitió Trudeau. “Es un asunto que nos concierne mucho. Seguimos manteniendo el contacto con el gobierno de la India. También hemos estado en pláticas con el gobierno de Pakistán”.
Saeed dijo que encabezará manifestaciones en todo Pakistán para obligar a que su gobierno rompa relaciones con Estados Unidos en caso de que no pueda convencer a Washington a que intervenga en la añeja disputa sobre Cachemira. Los dos países, que poseen armamento nuclear, han disputado tres guerras, dos de ellas relacionadas al territorio cachemir.
Los extremistas exigen que Cachemira se integre al gobierno paquistaní o se independice como nación. Al menos 31 personas han muerto durante protestas callejeras en Cachemira luego de que las tropas indias mataron la semana pasada a Burhan Wani, un carismático insurgente cachemir.
India declaró que la muerte de Wani, de 22 años de edad, fue un gran triunfo sobre la insurgencia. Pero su fallecimiento ha impulsado a jóvenes indios cachemires a organizar manifestaciones a diario. También ha provocado grandes protestas en Pakistán y obligó a ese gobierno y a sus fuerzas armadas a difundir comunicados a diario en respaldo a los cachemires que se han manifestado por las calles.
“Cuando India lo martirizó, entonces los cachemires comunes se integraron al movimiento”, dijo Saeed, quien ha sido una figura central en la frecuentemente brutal insurgencia en Cachemira.
Del lado paquistaní de la disputada frontera, los habitantes dicen que Saeed es la única fuerza que puede “liberar” al territorio del gobierno indio. Uno de los residentes, Muhammad Ishaq de la capital de Muzaffarabad, dijo que Lashkar-e-Taiba es una mayor amenaza para la India que cualquier otro grupo, incluida la organización de Wani, de nombre Hezbul Mujahedeen. Organizaciones defensoras de los derechos humanos han acusado a los soldados indios de extensos abusos, incluidas detenciones forzosas, violaciones y tortura.
En tanto, la India ha asediado repetidamente a Pakistán por enviar combatientes al otro lado de la frontera para incitar a la violencia.