La Policía de esta ciudad investiga el hallazgo en su apartamento del vecindario de Maspeth en Queens, del cadáver descompuesto del dominicano Efraín Vargas, 24 años de edad, y quien era un empleado de una farmacia de la cadena Walgreens en ese condado y cuyo cuerpo tenía múltiples puñaladas y estaba parcialmente quemado.
El cuerpo fue descubierto el domingo a las 3:30 de la tarde.
Vargas, residía en el 91-91 de la avenida Woodhaven en Queens.
La madre de Vargas llegó a la casa y sus desgarradores llantos podían oírse en toda la cuadra, dijeron testigos.
Ella estaba acompañada por dos hombres jóvenes, posiblemente parientes de Vargas.
“¡Mi hijo, mi hijo!,“ gritaba la madre de Vargas después de enterarse de su muerte, según dijo un vecino.
“Esta es la única cosa que tenía en mi vida. ¿Por qué me lo quitaron?”, expresaba anegada en llanto la progenitora, añadiendo que el muchacho era la única razón por la que vino a Nueva York.
El cadáver fue hallado boca arriba, y al lado de su cama.
La puerta de su habitación estaba cerrada por fuera con un candado, y la entrada no fue forzada en el dormitorio o el apartamento situado en el sótano, dijo la policía.
El cuerpo de Vargas, presenta traumatismo directo en la cara, heridas de arma blanca en la parte superior del torso y el cuello, y quemaduras en las manos y el torso.
Según la Policía, el hombre había muerto hace varios días. La autopsia se le realiza en la Oficina del Médico Forense para determinar oficialmente la causa de muerte.
Raúl Rivera, uno de los amigos de Vargas, dijo a la policía que lo vio por última vez hace una semana, cuando estuvo enviándole mensajes de texto y llamándolo sin obtener respuesta.
Rivera llamó a la madre de Vargas y obtuvo su permiso para ir a la habitación del muerto, cuando encontró el cadáver.
Vargas, había sido arrestado por robo, asalto y desacato por violar tres órdenes de protección (alejamiento). Estuvo involucrado en nueve reportes por incidentes de violencia doméstica.
No estaba claro si los arrestos o antecedentes de incidentes domésticos pudieron jugar un papel en su muerte.
Otro vecino describió a Vargas como un buen chico que disfrutaba montar su bicicleta.
“Siempre fue agradable y educado”, dijo el vecino. “Nunca causó ningún problema en el edificio ni la calle. Nunca lo vi como un problema”, agregó el vecino que pidió anonimato.
Empero, otro residente en el edificio que tampoco se identificó, le dijo al Daily News que hace dos años, le compró marihuana a Vargas.
Un equipo de cuatro detectives entrevistó a los vecinos en búsqueda de posibles testigos claves y evidencias.