SANTO DOMINGO.- La situación social, económica y política de Haití sigue deteriorándose, con la ocurrencia cotidiana de desórdenes callejeros, huelgas, tiroteos provocando un estado de tensión que es responsable del cierre de empresas y que ha puesto en peligro la propia presidencia de Jovenel Moise, el elegido en 2017 para un período de cinco años.
Una situación difícil que debe preocupar seriamente a la República Dominicana, toda vez que ello presiona, en muchos renglones, la seguridad, la economía y la convivencia social del país.
El estado de las finanzas públicas ha llegado a niveles tan catastróficos que no permite que el gobierno pueda pagar los salarios de funcionarios públicos, incluyendo los de la policía y los maestros. La crisis ha llegado a niveles que muestra incapacidad del país para crear las condiciones necesarias para movilizar la inversión privada nacional y extranjera y, por tanto, poder generar niveles aceptables de crecimiento económico y empleos.
En los últimos cinco años, por ejemplo, la tasa de crecimiento nunca alcanzó el 3%, afectando la base impositiva del estado, con una carga impositiva del 12.7% del PIB, la más baja de América Latina. El desempeño macroeconómico de Haití en 2018 estuvo por debajo de las expectativas cuando el crecimiento del PIB fue de solo el 1.4%, comparado con el 1.2% en 2017, lo que es claramente insuficiente para un país que sufrió los rigores de un gran terremoto en 2010 y varios desastres naturales.